Capítulo 42 (Final): Viaje al mismo averno

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Los restos del desastre se podían observar todavía cuando los guardaespaldas, uno marcando el paso adelante y otro cerrando la marcha atrás, pasaron junto a la escena explosiva que había acabado con los agentes de la policía. Restos de metal fundido ardiente se esparcían por todo el angosto callejón que ya destrozado a cenizas se amplió en un mar de fuego y humo que dificultaba de alguna forma la visibilidad del lugar.

Albert caminaba expectante a la espera de cualquier extraño movimiento a su alrededor. No tenía nada de experiencia pero se había metido bien en el papel, pues los gorilas, con arma y precaución evidentes se iban adentrando más a la fábrica metalúrgica dónde debían tener encerradas a las rehenes.

La fábrica era una construcción más antigua de lo que todos hubieran llegado a imaginar. El gris de la fachada era monótono y le daba un aspecto de abrumada tristeza. Había dos altas torres que terminaban en un sofisticado cuadrado del mismo material que en algún tiempo una ardiente llama se elevaba en el cielo en señal de que la construcción estaba en su mejor momento. Sin embargo, ahora solo se podía observar una fina columna de humo y hollín por todo el sitio y aunque la respiración se entrecortaba por momentos por las cenizas del ambiente, el uso que tenía la fábrica era más para fechorías y malos hábitos que para cualquier otra cosa que fuera de real interés.

El amplio estacionamiento principal de la fábrica estaba cerca de ellos y uno de los guardaespaldas se detuvo, antes de exponerse al campo visual de la misma, para echar un vistazo. Los demás le imitaron, Leonard comprobó que tuviera cargada el arma.

—Veo un vehículo estacionado allí. —explicó el hombre aunque no le hablaba directamente a ellos sino a su compañero de seguridad.

El otro asumió que no estaban solos por lo que dio unos pasos adelante y se puso detrás de su colega.

—¿Cuántos crees que hay dentro?

El otro negó.

—No lo sé, quizás cuatro o cinco. —advirtió a media voz.

Entonces, Leonard se comenzó a desesperar.

—Quiero rescatar a mi hija de una vez por todas. Cueste lo que cueste…

—Mi señor, pero…

—¡Cueste lo que cueste! —gritó enfurecido.

Y entonces las balas detonaron muy cerca de ellos. Las chispas saltaron en el aire con el sonido aturdidor que dejaban los impactos en el metal. Todos se cubrieron sus rostros como medida de defensa pero una vez que el ruido se apagó, se pusieron en marcha. La idea era descabellada, pensó Albert, pero ya qué diantres importaba eso. Iba al rescate de las chicas y no iba a demostrar bajo ningún concepto su miedo en aquel instante.

—¡Vamos! —gritó el gorila del frente.

Y echaron a correr por el estacionamiento disparando hacia los ventanales y la puerta principal. No tuvieron un enfrentamiento cuerpo a cuerpo como tal porque justo al llegar a la entrada y sin ningún tipo de miramientos se introdujeron a la construcción y una vez dentro del mismo, Albert comprobó que el vehículo que estaba en el parking era el de su amigo Lukas Trent.

La furia se incrementó dentro de él.

<<Las pagarás muy caro>>, pensó. <<Las pagarás muy caro>>.

Los hombres de Leonard comenzaron a rodear la desvencijada y tétrica recepción con sus linternas en mano debido a que el sitio estaba completamente a oscuras. Unos roedores corrieron inmersos en el pavor y traspasaron el sinuoso camino de una puerta deteriorada y rota. Sin duda, los mejores tiempos de aquel lugar ya habían pasado a la historia.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora