Epílogo: Una vez por naturaleza

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París, jueves por la noche.

El ocaso casi llegaba a su fin. Un amplio manto rojizo en el cielo se extendía por toda la ciudad como una elegante cubierta que se evaporaba de manera magistral y muy sofisticada. La formidable silueta de la Torre Eiffel se erguía a escasa distancia del amplio ventanal donde la chica permanecía sumida en sus propios pensamientos.

Su cabellera del mismo color del cielo, se mecía al compás del ligero viento y su esbelto cuerpo estaba adosado con un ligero traje traslúcido que se acoplaba a su figura de una forma tenue y delicada.

De pronto, sintió como unas manos rozaban sus hombros.

Ella se giró y sonrió.

—¿En qué piensas? —preguntó en un susurro Albert Colt.

Alissa meditó por unos segundos. Sus mejillas estaban enrojecidas por el inmenso placer sentido minutos atrás. Expulsó lentamente el aire de sus pulmones y agachó la cabeza en señal de rendición.

—Creo que todo lo que sucedió ha sido mi culpa. —respondió.

Albert la besó con ternura en su cuello. Él la rodeó con un abrazo y ella pudo sentir el miembro endurecido detrás de su piel. La visibilidad del panorama cuyas luces comenzaban a iluminar cada recodo de tan enigmática ciudad casi la hizo detenerse.

“—Siento que todo esto pudo evitarse y se perdieron muchas vidas y otras…

—Otras se van a reparar con nuestra ayuda, mi amor. —era evidente que hablaban de Lauri cuyas terapias eran más comunes y necesarias para ellas.

Después de todo y a decir verdad, los pocos integrantes de la familia Maddison habían salido muy afectados por toda esa situación.

—Pero…—Alissa se había dado media vuelta pero Albert le sujetó por las muñecas contra el sólido balcón.

—Pero señorita… es momento de que entienda porque esta ciudad está considerada la ciudad del amor.

Y entonces, con sus largos dedos Albert apartó la tela sobre la base de excitación de Alissa y tras empujarle las piernas a ambos lados, introdujo su lengua con furia en el interior de ella. Alissa extendió la cabeza hacia atrás y sintió como los movimientos continuos de él se hacían más intensos y regulares dentro de sí misma.

Quizás se merecía todo aquello en su vida, pensó, quizás su condena era tener aquella aversiva condición por el resto de sus días… pero, de ser así lo iba a disfrutar al máximo y con el hombre más importante en su vida: Albert Colt.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora