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Todo estaba oscuro, se escuchaba el vacío y no se sentía la presencia de nadie más hasta que sonó un disparo, con ello, un gritó de espantó.



– "¡Shadow!" – llamaba con terror.



Abrió los ojos de golpe sentándose mientras su respiración era completamente agitada. Miró a su alrededor, aún estaba en aquella pequeña celda, se podría decir que era su habitación.

Solo había una pequeña ventana que daba vista hacia el baldío sin tener nada interesante por ver. Cabe mencionar que no dormía en una cama con colchón, dormía en el piso con tan solo una cobija y sin tener una almohada, pero no parecía molestarle puesto a que ya estaba más que acostumbrado a esa situación.

Se frotó la cara soltando un enorme suspiro lleno de pesadez.

Su espalda estaba llena de cicatrices y heridas recientes, algunas ya estaban por secarse, otras no.

Escuchó la celda abrirse y se puso de pie teniendo una postura recta viendo hacia la puerta que fue abierta. La mirada la mantenía perdida en el suelo.



– Umeshindwa katika misheni yako, upepo muuaji. (Fracasaste en tu misión, viento asesino.) – hablaba con seriedad el gran líder cubierto por la túnica y su máscara – Walakini, ulipinga adhabu uliyostahiki. (Sin embargo, resististe al castigo que merecías.) – miraba fijamente al erizo – Una ruhusa ya kuzungumza. (Tienes permiso para hablar.)

– Naomba msamaha wako. (Pido su perdón.) – mencionó sin mirarlo – Haitatokea tena. (No volverá a pasar.)

– Sijui, upepo muuaji. (Sé que no, viento asesino.) – colocó su mano en el hombro del erizo – Na una nafasi yako ya kurekebisha kosa lako. Kesho utamkamata paka mweupe uliyemwona leo na kumuua. (Y tienes tu oportunidad de remediar tu error. Mañana capturaras a la gata blanca que viste hoy y la matarás.)

– Chochote unachoagiza, bwana. (Lo que ordene, señor.) – en eso, frunció un poco el ceño – Bwana, yeye ni nani? Nafikiri... Uso wake unanifahamu. (Señor, ¿Quién es ella? Creo... Su rostro me es familiar.)



Su líder permanecía callado e inmóvil, la máscara miraba fijamente al moreno haciendo sentir a todos muy incómodos. Dio la vuelta sin responderle y caminó hacia la salida.



– Saben qué hacer. – mencionó a sus trabajadores.



Sujetaron al moreno y caminaron hasta llevarlo a otra habitación en donde tenían una silla eléctrica.

En cuanto el moreno vio aquella silla, comenzó a temblar y sentir miedo. A pesar de tener poderes no podía hacer nada contra ellos por estar mentalmente controlado y atormentado por su líder.

Lo sentaron en aquella silla mientras ajustaban con cadenas sus manos y pies. Le dieron una mordedera, los cables fueron conectados en su cráneo y las descargas eléctricas dieron paso para que los gritos comenzaran a sonar por todo el lugar.

























Los autos eran conducidos a gran velocidad por toda la carretera esquivando con facilidad los demás autos que se encontraban en la misma. Muchos se asustaban al notar la velocidad en la que iban y como eran rebasados por estos mismos, además, algunos agentes comenzaron a desviar a los civiles por su seguridad.



– ¿Estás seguro de que es aquí, Richard? – preguntaba la gata desde el comunicador – Es bastante raro que ahora si demos con él.



Richard era el jefe de la agencia. Se trataba de un murciélago adulto color café oscuro y de ojos negros.



– "Todo coindice". – respondía – "También se me hizo bastante raro que hayamos dado con él antes de su ataque, pero más vale tomar la oportunidad."

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