Dieciseisava Parte

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Remus Lupín fue un gran mago desde niño, tenía un talento maravilloso para la magia y era increíble para cualquier tipo de hechizo o maldición. Él estaba seguro que todo hubiera sido distinto si la situación hubiera sido mejor, tal vez, él no hubiera tenido que adaptarse a las cosas que su ambiente le pedía.

No hubiera empezado a convertir niños a los 15 años, justo después de que fue aceptado en una pequeña manda de hombres lobo. Quizá no hubiera traicionado a sus mejores amigos. Quizá hubiera sido un buen profesor o un buen marido.

Quizá no hubiera ofrecido a su hijo como recompensa por el error que cometió. Si no hubiera sido por aquella noche en la que embarazo a Tonks, no lo hubieran echado de su manada por haber roto la regla de jamás procrear con algún mago o bruja que tuviera alguna habilidad extra además de la magia.

¿Pero que podía hacer? Ella estaba ahí, rogándole una oportunidad. Y bueno. Él necesitaba saciar sus ganas.

Ella estaba feliz, esperaba un hijo del hombre que amaba. Y él, se había convertido en una basura para las personas que solían respetarlo. Necesitaba buscar algún modo de ser el líder una vez más, incluso si eso implicaba sacrificar al mocoso que la bruja cargaba en su vientre.

—¿No estás feliz, Lupín? Nuestro pequeño ha nacido al fin, ya somos una familia—la bruja lo miraba con una sonrisa mientras él se preguntaba si ella era estúpida.

¿Por qué estaría emocionado? Él niño solo era un error que pronto desaparecería convirtiéndose en algún pequeño objeto de diversión para los hombres lobos que antes le temian.

—Estoy muy feliz, estoy seguro que las cosas serán mejor ahora—le dirigió una sonrisa con falsedad, ella asentía con alegría.

—Sin duda nuestra vida será mejor.

Remus había intentado entregar al pequeño hijo de James, estaba dispuesto a hacerlo si eso implicaba que los planes de Dumbledore y Tom Riddle se cumplieran. Sin embargo, el viejo director tenía planes diferentes para el niño.

Pero, ahora. Ahora tenía la posibilidad de demostrar que él también tenía planes.

O al menos los solía tenerlos, porque cuando al abrir lo ojos encontrándose con su esposa sentada frente a él rodeados por paredes. Él entendió que no existía salida. Él no era estúpido pero quizá se había confiado de más.

—¿Disfrutas de verme aquí sentado?—pregunto de mala gana sintiendo las cadenas en sus muñecas. Sonrió con burla—Vamos, Tonks. Solo déjame ir y te dejare vivir, ese niño solo es uno entre todos los que podrías tener al lado de algún mago tonto que te quiera.

—¿Sabes Remus? Solía sentir tristeza por ti, todo el mundo odia a los tuyos pero cuando te vi creí que tú eras uno de los buenos. Una persona de la que valía la pena esperar cosas buenas.

Una risa ronca salió de la garganta del hombre.

—Pero ahora, lo único que siento es desagradó y mucha pena. No eres más que un licántropo entre muchos más, uno más que se quedó sin el respeto de los demás de su manada.

—Oh, tranquila. Una vez que entregué al mocoso recuperaré mi respeto y a mi manada—Remus dibujo en su rostro una sonrisa amplia y que le daba un aire de locura descontrolada.

La mujer se puso de pie caminando hasta él con el pelo entre rojizo, estaba molesta y eso agrando más la sonrisa del contrario.

—Nunca tocarás a mi pequeño Teddy con tus sucias y asquerosas manos. No voy a permitirlo.

—Eso ya lo veremos, querida.

Un golpe sordo lo hizo callar y su rostro giro hacia un lado por el impacto.

Lobos entre corderos [Dark Drarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora