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En cuestión de minutos, Mark ya se encontraba tomando todo lo que veía en su camino. El canadiense tenía un nivel de alcohol tan bajo, que con un simple trago de este, quedaba borracho. Por lo que, después de tomar todo lo que le ofrecían, el pelinegro ya no podía razonar bien. Estaba tan lleno de energía, que tenía ganas de correr, saltar, o hacer cualquier actividad. Así que cuando vió el barandal que se encontraba a lado de las escaleras, se le ocurrió una idea. Se resbalaría en él.

;

Doyoung había logrado convencer al japonés. Después de tanta presión por parte del pelirrojo, Yuta no tuvo de otra más que aceptar. Aunque hubiera preferido mil veces quedarse en su cuarto escuchando música mientras pensaba en lo que lo atormentaba, no le parecía tan mala la idea de distraerse un poco, si es que lo lograba.

— Tenía mucho que no venía a la casa de Jaehyun.

Ambos amigos subieron los pequeños dos escalones que se encontraban frente la puerta.
Al pelirrojo se le veía bastante feliz, mientras que a su lado, se encontraba su amigo tratando de encontrar el lado positivo a esa salida.

Doyoung abrió la puerta, encontrándose de inmediato al cumpleañero.

— Feliz cumpleaños, Tae!

El pelirrojo le entregó un pequeño regalo al rubio. Taeyong le sonrió e invitó ambos a pasar aun más.

La fiesta lucía divertida por lo que podría apreciar el japonés. Había personas jugando beer pong, otras bailando, y otras simplemente hablando. Tenía mucho que no salía a una fiesta, lo cual era extraño, porque en su primer año asistía a todas a las que era invitado.

— El alcohol está a lado de las escaleras, ahí hay una mesa con variedad.

Taeyong les señaló la mesa y ambos voltearon al mismo al mismo tiempo. Doyoung sonrió, girando su mirada al japonés.

— ¿Quieres algo? Yo voy.

— Voy yo, Doyo. Quiero ver si conozco a alguien.

El pelirrojo asintió, le dijo lo que quería, y una vez que Yuta comenzó a caminar hacia la mesa, se fue con Taeyong.

Más que curiosidad por ver a quien conocía, el pelinegro quería distraerse. Amaba a sus amigos, pero no estaba de humor para quedarse hablando con ellos, sabía que en cualquier momento sacarían el tema de los resultados y era lo que menos quería en ese momento. Prefería pasar el tiempo solo o conocer a personas que no supieran de su preocupación.

A punto de llegar a la mesa, el japonés notó un grupo de personas rodeando las escaleras. Estaban animando a algo o alguien que se encontraba en el segundo piso.
El pelinegro decidió ignorar la situación y fue por las bebidas. Pero, a punto de irse, su curiosidad le ganó y fue a ver de quien se trataba.
Cómo estaba oscuro en donde se encontraba aquel chico, solo podía notar que tenía cabello negro. Podría haberse retirado de ahí sin poder reconocerlo, hasta que miró la mano apoyada en el barandal. Reconocía aquella pulsera.

¿Mark?

Era al canadiense a quien animaban. Y ahora entendía la razón, estaba tratando de resbalarse por el barandal de la escalera. ¿Qué le pasaba?

El japonés se quedó parado, observando la situación.
Podía ir y evitar que hiciera una estupidez, o simplemente podía darse la vuelta e ignorarlo. Quería hacer la segunda, el antiguo Yuta lo hubiera hecho, pero esta vez no podía. ¿Por qué era tan difícil ignorar al canadiense?
Yuta no lo pensó dos veces, cuando ya se encontraba subiendo las escaleras hasta llegar al pelinegro.

— ¿Yuta? ¡Yuta!

Mark se abalanzó a sus brazos con una sonrisa en su rostro. Olía demasiado a alcohol.

— ¿Qué te pasa, Mark? Pudiste haberte lastimado.

— No pasa nada, Yu. Tienes que divertirte, para eso son las fiestas.

— Divertirte, no lastimarte.

El japonés logró agarrar al pelinegro, y una vez sosteniéndolo con su brazo, comenzó a bajar las escaleras lentamente.
Pronto la gente que se encontraba ahí, empezó a hacer bulla por lo sucedido. Pero a Yuta no le podría importar menos, tenia a Mark consigo, era lo único que le importaba en ese momento.
Ambos siguieron caminando hasta que llegar a la puerta trasera. Salieron y Yuta, quien iba casi arrastrando al canadiense, optó por sentarse en la banqueta que estaba enfrente.

— ¿Mark? ¿Estás bien? ¿Quieres agua?

— No.

— ¿No quieres agua?

— No, no estoy bien.

Mark, quien se encontraba a lado del japonés, volteó a verlo. Yuta trataba de descifrar lo que el canadiense sentía, pero no logró hacerlo. No entendía, hasta que notó los ojos llorosos del pelinegro.

— ¿Mark?

— Sabes, decidí venir hoy para distraerme y dejar de pensar en Johnny. Pero fue tan mala mi suerte, que me lo terminé encontrando aquí. Y lo peor es que no está solo, esta con el chico del restaurante. ¿Recuerdas?

El canadiense soltó una risa seca, mientras bajaba su mirada mirando a la calle.
Yuta prestaba atención, no quería interrumpirlo, quería que el pelinegro fuera capaz de desahogarse y así lograr sentirse mejor.

— Años, años intentando que se fijara en mi, pero nunca lo logré. ¿No es injusto?

El japonés se mantenía callado.

— Y de repente llega una persona de la nada y ya tiene todo lo que siempre deseé. En serio quisiera poder olvidar todo lo que alguna vez sentí.

Las últimas palabras fueron lo que Yuta necesitaba para poder comprender al canadiense. Sabía el sentimiento y no se lo deseaba a nadie, ni siquiera a él. El japonés estaba enojado, ¿cómo alguien podría lastimar a una persona como Mark?

— Mark, tomará tiempo poder olvidar o siquiera dejar de pensar en ello, pero por mientras, quiero que sepas que yo estoy aquí.

Mark volteó a verlo. Tenía unas cuantas lagrimas en su rostro y los ojos rojos. El corazón del japonés se rompió tras esa imagen del canadiense llorando.
El pelinegro trató de sonreír y asintió. Estaba demasiado borracho para siquiera asimilar que era Yuta el que estaba con el. Y, mientras el japonés trataba de consolarlo sobando su brazo, el canadiense ya se encontraba recargando su cabeza en el hombro del otro.

Se podían escuchar las risas de las personas dentro de la casa, la música cambiando y algunas voces cantando. Pero para Yuta eso no era importante. Tenía a Mark recargado en él y eso le era suficiente.

El japonés volteó hacia el pelinegro observando cada detalle de él. Lucía tan lindo con los ojos cerrados, el rostro ligeramente sonrojado, y sus labios con un tono rosado. Mark Lee era a lo se le podía llamar arte.

Yuta volteó una vez a los labios del otro, examinando cada detalle de ellos.

¿Desde cuando Mark tiene labios tan bonitos?, pensó el japonés.

Espera... ¿Qué?

;;;

Yuta ya se está enamorando, pero, ¿será solo el hechizo haciendo efecto? Bueno, eso lo sabremos más adelante:p
Espero les haya gustando este capítulo divido. <3
Gracias por leer. ^^

dancing with magic [yumark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora