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Para una experiencia más depresiva, leer con To My First de fondo (en repetición)

;;;

Una, dos, tres horas y no había rastro del japonés. Mark al no haber recibido un mensaje por parte de él, comenzaba a preocuparse demasiado pensando en lo peor. Los mensajes ya ni siquiera le llegaban y sus llamadas se iban directo al buzón de voz. Todo eso era bastante inusual para alguien que se le pasaba con el teléfono en la mano.

En la tarde, después de una hora de no haber recibido ningún tipo de mensaje por parte del mayor, el canadiense había decidido abandonar el restaurante e ir a su casa.
Ni siquiera le importaba que lo hubiese dejado plantado, Mark solo quería saber si se encontraba bien.

Una llamada más, nada. El menor ya bastante preocupado, agarró sus cosas y salió nuevamente de su casa. Si el japonés no le contestaba, tendría que averiguar por si mismo si todo estaba bien.

Unos cuantos minutos pasaron hasta que el canadiense llegó a la casa de Yuta. Bajó rápidamente del automóvil y sin importarle nada, tocó la puerta lo más fuerte que pudo.
Finalmente paró cuando escuchó unos pasos acercase, cosa que hizo que su corazón empezara a latir cómo loco.

La puerta poco a poco se fue abriendo hasta dejar ver a aquel chico pelinegro, quien a juzgar por su apariencia, pareciera que no se sentía nada bien.

— ¡Yuta! ¿Estás bien? ¿Te pasó algo?

Pronto el menor ya se encontraba tocando y examinado cada parte del japonés. Probablemente había agarrado un resfriado.

Sin poder continuar con su revisión, las manos del mayor lo detuvieron.

— Basta.

Las manos de Yuta tomaron las de Mark para así quitarlas de su cuerpo.

— ¿Pasó algo?

— ¿Hasta cuando dejarás de mentir?

El canadiense hizo una cara de confusión. No entendía de que hablaba.

— ¿Huh?

El japonés soltó una sarcástica carcajada, mientras comenzaba a caminar hacia la sala.
Mark no lo dudo ni un segundo y decidió seguirlo.

— ¿Yuta?

— No digas mi nombre.

Yuta paró en seco, volteando a verlo directo a los ojos.

— Ultima oportunidad.

El menor se quedó callado. No podía referirse a eso, o si?

— ¿Tienes algo que decirme?

— Sí.

El menor susurró con miedo.
La cara de Yuta se encontraba demasiado seria, lo cual era aterrador para el menor. Nunca lo había visto así.

— Yo- yo hice algo.. algo que... algo que salió-

— ¡Mierda, Mark! ¿Entonces fue verdad? Eso del hechizo o lo que sea.

El mayor jaló su cabello en desesperación.

Estaban hablando de un hechizo, HECHIZO. Ni siquiera estaba seguro si eso existía.

— No, no hechizo, no. Escúchame.

Mark comenzó a desesperarse.
Ese era el peor de los escenarios que había creado en su cabeza. Todo hubiese salido de acuerdo al plan si tan solo se hubieran visto en el restaurante. Si tan solo Yuta hubiese llegado. Pero no, esa no era la situación.

Suponía que ese era su destino.

— No fue un hechizo, fue una atracción. Son- son cosas diferentes.

Mientras más hablaba, más comenzaba a sentir la culpa.

— Era para Johnny, era para él, pero- pero no se porque, en serio no se la razón, pero te dió a ti.

El japonés trataba de mirar a cualquier cosa que no fuese la persona que se encontraba en su sala de estar.

Se sentía estúpido, usado, engañado, cómo la persona más crédula del mundo. Pero sobre todas esas cosas, se sentía decepcionado del menor.

— Yo- yo traté de decírtelo.

— ¿Trataste? ¿Cómo, Mark? Dime.

Su tono de voz sonaba demandante, cosa que asustó aún más al pelinegro.

— Muchas veces, pero siempre pasaba algo que me lo impedía. Y yo sé, yo lo sé, que debí de haberlo intentado mucho más. Pero, mientras más tiempo pasaba, más me sentía asustado de contártelo.

— Todo este tiempo, pensé que ocurría algo malo conmigo. No había un día que no me cuestionara porque sentía lo que sentía. Era y sigue siendo un sentimiento muy extraño que no podía borrar de mi mente. ¿Sabes lo que es eso?

Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas del menor. La culpa lo consumía lentamente.

— No- no lo sé. Perdón, por favor perdóname.

Mark sollozaba sin poder parar, mientras que poco a poco se acercaba más al japonés.

— ¿Te divertiste conmigo?

— ¿Qué? ¡No!

Una lágrima fue derramada ahora por el mayor.

— Yuta, yo realmente me enamoré de ti, yo lo hice.

Amabas caras estaban tan cerca que ambos podían escuchar su respiración. Pero, eso ya no significaba nada para el mayor. Así que, agarró a Mark de ambos brazos para poder verlo directamente.

— No me podría importar menos.

Lo soltó y comenzó a caminar hacia las escaleras.

— Ya no quiero verte más, vete por favor.

Dijo sin siquiera mirar atrás, dejando a un chico llorando desconsoladamente en su sala.

Mark continuó sollozando ahí unos minutos más, para después salir de la casa. Una vez dentro de su carro, comenzó a llorar aún más fuerte. Jamás había llorado así por alguien. Nunca en la vida.

Trató de calmarse y arrancó el carro para irse. En cuanto llegó a casa, se bajó del automóvil, abrió la puerta y sin siquiera saludar a sus papás, subió a su cuarto.

Era su culpa, todo era su culpa. Yuta estaba en todo su derecho de enojarse, de gritarle, de tratarlo mal. Al final de cuentas, el había sido el único afectado.

Mark miró su teléfono una vez más antes de dormirse, esperando tal vez algún mensaje de aquel japonés. Pero, nada. Por supuesto.
Dejó el teléfono en su buró y se dispuso a dormir, lo cual no sucedió hasta después de quedarse sin lágrimas una vez más.

Lo último que podía hacer era ayudarlo a acabar con todo eso de una vez por todas, y por primera vez en un mucho tiempo, sabía que hacer.

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El cap final saldrá en unos días.
Gracias por leer.

dancing with magic [yumark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora