Reunión

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-Este sitio se ha parado en el tiempo -Olivia miró a su alrededor, sorprendida.

-¿Por qué hay ceniza en todas partes? -Hugo sacudió una de las butacas y se dirigió a Laura-. ¿A esto te has dedicado, a esparcir cenizas?

-Ya estaba así -se defendió ella.

-Es el lugar perfecto -Diego, al entrar, se dirigió directamente al centro del salón, donde había una gran alfombra-. ¿Habéis encontrado algo interesante?

-Yo he cogido esto de la cocina -Celia enseñó el cuchillo y omitió la parte en la que desaparecía uno de ellos; no quería que la fiesta terminara tan pronto.

-¿Piensas matar a los fantasmas con eso? -se burló Óscar-. Yo tengo algo mejor: el diario del último dueño. Y no os vais a creer lo que escribió.

-Ahórratelo por el momento -lo interrumpió Diego-. He pensado en hacer una ronda de historias de terror; esa podría ser la tuya.

Óscar cerró el diario. Entonces aquel era el juego.

Miguel sacó algunas de las velas.

-Así que para esto eran -comentó señalándolas.

-¿De dónde las has sacado? -Diego parecía sorprendido, gesto que asustó a los tres portadores de las velas.

-Pensamos que tú las dejaste ahí -dijo Sandra-. Ya nos pareció mucha casualidad que fuesen 12 justas...

Esta vez todos los presentes se miraron, algunos asustados, otros incómodos y unos pocos emocionados.

-Bien... -Diego cogió una de las velas-. Nos sentaremos en círculo, cada uno con una vela, y contaremos una historia. En cuanto ésta acabe, apagaremos nuestra vela; así hasta que no quede ninguna.

-¿Qué ocurre cuando se apagan todas las velas? -preguntó Olivia, visiblemente incómoda por los pequeños objetos.

-Se acaba el juego -contestó Diego y, tras una pausa, añadió-. O comienza la aventura de verdad.

-No puedo -Lucas estaba temblando-. No me gusta la oscuridad, y no pienso quedarme completamente a oscuras sin saber lo que ocurrirá.

-¿Es que no ves que lo que quiere es asustarte? -lo reprendió Celia-. Vamos a contar las historias, cuando terminemos el más gracioso rozará la nuca de alguien para asustarlo y nos iremos a casa a dormir.

Un poco más tranquilos, los presentes se sentaron y comenzaron a encender las velas.

La última velaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora