Soledad

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-Si tú te convirtieras en vampiro -opinó Lucas- beberías sangre por pura diversión.

-Y tú qué sabrás -se molestó Hugo.

-Porque eres un psicópata -contestó Marta.

-Así que esa es la imagen que tenéis de mí... Me gusta.

-¿A quién le toca? -preguntó Alicia algo incómoda.

-Yo misma -habló Celia-. Hay gente que ha venido a este mundo para vivir en la desgracia y para servir a la soledad...


Marcos viajó por todo el mundo, llevando la tragedia a todo aquel suelo que pisaba.

Tras viajar a bordo de un barco durante semanas, decidió quedarse en tierra firme un tiempo. Era una pequeña isla donde los españoles se asentaron hacía tiempo, así que, al menos, lo entenderían.

Allí consiguió un trabajo como ayudante de barbero. Ganaba lo suficiente para poder sobrevivir, y pasaba desapercibido. Se instaló en una habitación de un hostal barato.

Una noche, de camino al hostal, escuchó unos sollozos en el silencio de la calle. Sentada en el suelo, había una niña de 5 años. Su hija debía tener la misma edad. No podía dejar de preguntarse cómo estarían su mujer y su hija.

La niña vestía harapos y parecía que llevara semanas sin comer. Marcos apenas tenía para sobrevivir él, pero esa niña le recordaba demasiado a ellas, y no podía dejarla allí tirada.

-Pequeña, ¿estás bien?

-Tengo hambre -sollozó ella.

-¿Cómo te llamas?

-Alicia.

-Alicia, ¿dónde están tus padres?

-Hace tiempo que no se despiertan -volvió a llorar-. Hay gente extraña en casa, no puedo entrar.

-Tranquila, vamos -le tendió la mano, pero ella dudó-. Hace mucho frío en la calle, y yo tengo pan recién hecho.

La niña pudo oler aquel pan tan sólo imaginando su sabor, y no dudó en aceptar la mano de aquel desconocido a pesar de las historias que había oído sobre los niños que desaparecían en las calles.

Marcos cuidó de Alicia, y su estancia en la isla se alargó cinco años. Crio a la niña como si fuese su propia hija. Pero la felicidad, para un hombre con tan mala suerte, siempre termina, y una ola de tragedia lo engulle.

La tuberculosis llegó a la isla, y la pequeña Alicia enfermó.

A causa de su corta edad y de su fragilidad y, a pesar de lo que luchó, la tuberculosis se la llevó en poco tiempo.

Marcos volvió a quedarse solo y más destrozado. ¿Qué sería lo próximo que el cruel destino le arrebataría?


La décima vela ha sido apagada.

La última velaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora