Capítulo XXIII

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POV ARIADNA

Eva y yo estábamos en el ascensor bajando las grandes maletas en un silencio abismal. Creo que ambas estábamos recapacitando lo que estaba pasando e intentando darnos cuenta de lo que significaba esta ida.

Por mi parte significaba romper el corazón a alguien y destrozar el mío. ¿Cómo puede ser que me duela tanto dejar algo que ni siquiera había comenzado?

Las puertas se abrieron dejándonos ver la recepción, llena de futbolistas. Porque sí, a dramáticos nadie los gana.

El primero en abrazarme fue Pau, tuvimos muchos momentos juntos y aunque fueran más sexuales que otra cosa, sé que también le molestaba esta decisión de la directiva.

Le siguieron Pedri y Laporte, que me abrazaron con gran fuerza, casi dejándome sin aire.

-¿Quién me va a llevar de fiesta por Sevilla ahora?- Me preguntó Morata.

-A Sevilla no sé, pero estáis invitados a nuestro local cuando queráis.-Le sonreí.

Pasaron todos por delante de mí, pero faltaba el más importante de todos, Marcos.

-Rubia.-Me miró triste.- Lo siento, sé que ha sido mi culpa y...-Le interrumpí.

-Ni se te ocurra decir eso.-Cogí su cara con mis manos.- Nos queremos, y eso no puede evitarlo nada ni nadie.

-No...No quiero que te vayas.-Sus ojos se estaban aguando.

-Lo sé Marquitos, pero debo hacerlo.-Lo abracé y acaricié su espalda.- Nos volveremos a ver, te lo aseguro.

-¿Me lo prometes?

-Cómo que me llamo Ariadna y llevo un tanga rosa.- Dije y se rio.

-¿Y cómo sé yo que llevas un tanga rosa?- Me preguntó separándose.

-Deberás confiar en mí.-Sonreí y volví a abrazarlo.

-Te quiero Ari.

-Y yo también Marcos.

Miré a Eva, estábamos listas para irnos. Una última despedida grupal con la mano sentenció nuestra estancia en Las Rozas y pusimos rumbo a Madrid, a nuestro pisito de Madrid.

POV EVA

Abrí la puerta de nuestro apartamento, pero esta vez no se sentía como cuando volvías de fiesta a las cinco de la mañana. Una parte de mí me decía que este no era mi hogar porque no era el lugar donde quería estar.

Arrastré mis pies hasta la habitación y dejé mis maletas allí. Miré una y otra vez esas cuatro paredes, que para mí ya no eran las mismas, yo ya no era la misma Eva de hace 2 semanas.

¿Dónde ha quedado la Eva que nunca se enamora? ¿Esa Eva reacia a los hombres?

Estaba desolada, y no solo por mis chicos, que me habían dado vida todo este tiempo, sino por él, el que empezó siendo un bobo que me sacaba de mis nervios y se convirtió en un gran vínculo, en el que rompió todos mis esquemas y me hizo sacar la versión más vulnerable de mí.

Recibí muchos mensajes por parte de los chicos, todos ellos me deseaban lo mejor y que no me preocupara, que intentarían solucionarlo.

Todos sabemos que no van a poder hacer nada, pero agradezco su implicación con esto.

De todos ellos, hubo un mensaje que me importó más que el resto.

Eric <3: Te quiero enana

Me sacó una sonrisa, como solo él podía hacerlo en estos días.

-¡Eva!-Gritó mi compañera de piso.

Salí al salón para ver qué le pasaba.

-Me ha escrito Juan, hoy trabajamos.

Oh vamos, ¿No nos va a dejar vivir nuestro luto en paz?

Bufé y volví a mi habitación, se ve que hoy volverá a ser una noche intensa.

Prácticamente ni pude deshacer la maleta, saqué lo necesario para esta noche y corrimos al coche. En veinte minutos ya estábamos aparcadas delante del local.

-No tenía la intención de volver aquí en por lo menos 2 semanas.-Me dijo Ari y cuánta razón tenía.

Entramos y de primeras vimos a Juan.

-Bienvenidas de vuelta chicas.-No parecía muy feliz.-Ya me he enterado de lo que ha pasado, y no voy a comentar nada.-Nos miró.- Solo os voy a decir que habéis desperdiciado la oportunidad de vuestras vidas.

-¿Te crees que no somos conscientes de ello?-Le contestó Ari.- Pero no puedes culparnos por enamorarnos.

-Ellos pueden tener a la chica que les venga en gana, ¿de verdad creéis que se enamorarían de dos chicas que se prostituían?

-Juan, hemos venido aquí a trabajar, ¿no?-Asintió.- Pues dejémonos de charlas morales.

Salí de allí dirección el vestuario y la rubia me siguió. Empecé a vestirme, con el conjunto de pedrería morada que estaba allí listo, pero mi mente estaba en esas duras palabras de nuestro jefe.

"Ellos pueden tener a la chica que les venga en gana, ¿de verdad creéis que se enamorarían de dos chicas que se prostituían?"

LUJURIA/ Marcos Llorente y Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora