𝟒. 𝐄𝐓É𝐑𝐄𝐎

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Puede que esté un poco ebria.

Digo puede porque me he tomado media botella de tequila en seco, sin nada en el estómago.

¿Por qué? Porque me di cuenta de que le corte a mi novio luego de una estúpida pelea, que me acosté con alguien más y que al otro día él apareció dándome una sorpresa ¿Lo peor? Es que apenas lo vi se me olvido de que era su maldito cumpleaños.

¡Soy la peor persona del mundo!

En el momento en que él se fue me puse a recapacitar y a pensar. Me empecé a sentir mal y recurrí a lo que estaba haciendo cuando me sentía triste, beber alcohol. El suponer tanto y sentirme tan miserable me hizo tomarme la mitad de la botella.

Hasta que tuve una idea brillante.

Me puse un gran tapado y algo que en mi pobre cabeza de borracha creyó que era sexy, me coloque algunos abrigos más para que la gente no me reconozca con facilidad y me tomé el primer taxi que apareció en frente del edificio. Si, ebria hasta el culo y sola en las calles de Nueva York.

Todo normal por ahora.

Cuando llegó al apartamento me bajo y pago el monto que es, entro casi corriendo y tengo que quitarme la capucha para mostrar quien soy. Me reconocen tras decir mi nombre y me dejan pasar. Avanzó con rapidez hacia el asesor y marco el piso de Alastor. Intentó no reír ni desviarme del camino, parecer lo más normal posible dentro de todo y no mostrar mi estado de embriaguez.

Logró llegar con decencia a la puerta y golpeo esta, pero de inmediato me puse nerviosa y comencé a reírme como una estúpida.

Hasta que abre la puerta. Y ahora estoy aquí, a punto de hacer una idiotez.

No es que mis hormonas estén revolucionadas, para nada, solo que hace muchos meses no nos vemos o tenemos algún tipo de contacto... sexual. Y eso sí que me altera. Verlo con el cabello despeinado, una camiseta blanca translúcida y los ojos achinados pareciendo medio dormido provoca que mi corazón se acelere. Se ve jodidamente guapo. Me observa con los ojos entrecerrados sin entender una mierda y yo solo puedo sonreírle.

— Feliz cumpleaños.

No le doy tiempo a responder porque me abalanzo contra él envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y besándolo sin importarme nada alrededor. Casi se cae hacia atrás, pero logra sostenerme y aunque me sigue el beso, me aparta un poco para observarme con el ceño fruncido.

— Gracias por acordarte, pero... ¿Estás borracha?

— No...

Pero mi risita tonta revela mi estado y Alastor suelta un suspiro. Pasa un brazo por mi cintura atrayéndome a su cuerpo y cerrando la puerta detrás de nosotros. Su olor corporal me tiene olisqueando su cuello haciendo que se estremezca, para que no se aparte lo abrazo con fuerza.

VIRAHA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora