𝟐. 𝐄𝐑𝐌𝐈𝐓𝐎𝐅𝐎𝐁𝐈𝐀

27 4 20
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Mi corazón todavía duele cuando llego a mi casa.

Que tonta soy ¿Pensar que volver a mi apartamento me haría sentir mejor? ¡Qué ingenua! Aquí habíamos vivido tantos momentos como en otros lugares. Tiro mi cabeza hacia atrás intentando contener las ganas de ponerme a llorar y respiro hondo, soy mejor que esto. Me enseñaron a nunca llorar por un hombre.

Pero...

Mi celular comienza a sonar indicándome que tengo una llamada. Vuelvo a abrir los ojos y lo saco de mi chaqueta para revisar quien es. Al ver que es Ada le cuelgo, voy a nuestro chat y antes de que vuelva a llamarme le escribo con rapidez.

Yo: Estoy abajo, ya he llegado. No te preocupes.

Me tomo mi tiempo para bajar del auto. Necesito parecer normal y dejar la angustia para cuando cruce la entrada. Soy la novia de un famoso y Alastor no aparece desde hace rato, así que hay varios paparazzis rondando en la puerta de mi departamento. Me froto los ojos y agradezco parecer cansada llevando la ropa de mi trabajo, supongo que así sospecharan menos. Me pongo unos lentes de sol que solo me provocan recordarlo y salgo. Algunas personas se acercan para hacerme las mismas preguntas de siempre y solo mascullo un "no lo sé" a todo lo que me dicen. Ni siquiera les prestó atención, sigo caminando hasta entrar a mi departamento.

— ¿Se encuentra bien? – Me pregunta el hombre de la entrada viéndome con extrañeza, vuelvo a respirar hondo y me saco las gafas de sol.

— Sí, claro que estoy bien.

Bien de la mierda.

Lo saludo con mi mano para no quedar como una maleducada y sigo mi camino. Ni siquiera tengo ganas de entrar a mi departamento, pero quiero acostarme en mi cama y dormir mil días. Abro la puerta y me asomo con cuidado, todo parece tranquilo y no hay nadie a la vista. Además, está calentito. Cierro lo más silenciosamente posible y camino en puntitas hasta que me tiran algo hacia la cara.

— ¿A dónde vas, perra?

Me quito la tela de la cabeza con brusquedad e intento seguir de largo, pero Ada me sigue. No es estúpida, sabe que me sucede algo y creo que la necesidad de chisme se le ha pegado porque me encara exigiendo que le diga que me pasa. Como no puedo ser más disimulada, actuó a la defensiva.

— Nada, no me pasa nada. Déjame en paz.

Incluso hasta mi tono suena más agudo. Ella frunce el ceño y se cruza de brazos.

— ¿Qué ha sucedido? — recalca cada palabra con lentitud.

Relamo mis labios viéndola y luego desvió la mirada, de alguna forma u otra se va a enterar. Así que mucha opción no me queda, decido contarle la verdad.

— He terminado con Alastor.

Me observa con cierta sorpresa y pestañea. Se mantiene callada esperando a que diga algo más o que se lo desmienta, pero al ver como mi rostro se descompone suelta un suspiro. Se aparta y se arremanga.

VIRAHA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora