8 de marzo.
Volteo mi rostro solo unos segundos para verificar que una moto me está siguiendo a toda velocidad, sigue ahí. Doy un manotazo al volante driblando por las calles con mucha rapidez.
La moto se adelanta un par de metros y piso el acelerador igualándola.
Pasamos dos semáforos en rojo y maldigo internamente, que pereza pagar una multa.
En el momento en que llegamos a la zona baja y llena de callejones de Nueva York es cuando disminuimos la velocidad porque aquí sería más fácil atropellar a alguien. Con la moto vamos a la par hasta el punto de llegar a detenernos.
Ada se baja de la motocicleta y mientras se acerca para guardar su casco dentro de mi carro, yo aprovecho esos segundos para enviarle un mensaje a nuestro amigo enviándole que ya estamos aquí.
— Venga, vamos.
Suelto un bufido con sus órdenes, pero aun así me bajo y la sigo hasta un pasillo largo y húmedo. Un callejón estrecho y oscuro que tenemos que cruzar si o si hacia donde está nuestro destino. No es algo que nos intimide, bueno, al menos no en el día, pues en la noche sentiría cosas... raras, pero aquí estamos. Cruzamos hasta llegar a una puerta de metal corroído y Ada casi la abre con una patada porque está bastante rígida.
Dentro hay un sinfín de pasillos y todos llevan a un lugar, la arena de combate. Caminamos un par de metros hasta que los gritos se hacen fuertes, lo que nos indica que estamos cerca, pero entonces, un hombre se nos atraviesa impidiéndonos el paso. Frunzo el ceño y tomo la palabra.
— Déjanos pasar, ahora.
— No, al menos no ahora. El señor Pyros quiere verlas – dice con seriedad y lo miro con los ojos entrecerrados, va vestido con un traje negro y unos lentes del mismo color. Nunca lo había visto —. Ahora – vuelve a insistir.
Abro la boca para negarme o pedir más información, pero Ada toma mi hombro y tira de mí hacia atrás.
— Guíanos – le dice mi mejor amiga y cuando el tipo avanza, me da un empujón para que camine y no me resisto demasiado —. No te dije, pero antes de pelear Pyros quiere hablar con nosotras.
— Solo quiero agarrarme a los golpes con alguien – me quejo –, no hablar.
— La verdad que no me interesa.
Podría resistirme, pero eso me pondría de peor humor y estoy tan cansada que solo puedo conversar las energías para unas cuantas peleas. Necesito descargar mi frustración en algo. El hombre se detiene luego de unos minutos de caminata y toca la puerta, una voz profunda le otorga el paso y abre para nosotras.
Una vez que entramos nuestro amigo ni siquiera nos mira, ya que se encuentra muy concentrado leyendo unos papeles. La puerta se cierra detrás de nosotras y el rubio arroja los papeles al escritorio soltando un suspiro.
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VIRAHA #2
Teen FictionSEGUNDA HISTORIA DE UNA BILOGIA. ES NECESARIO LEER LA PRIMERA. Viraha. Este término del hindi podría describirse como «el descubrimiento del amor a través de la separación». Hay quien cree en eso de darse un tiempo como pareja y hay quien no; quien...