𝟕. 𝐏𝐄𝐑𝐄𝐍𝐍𝐄

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Abro la puerta de mi apartamento y lo primero que me encuentro es con algo que no me deja entrar. Una cosa peluda y grande que quiere que le hagan mimos. Intento no empujar con demasiada fuerza y llamarlo para que se despierte, estoy unos minutos así porque tiene el sueño muy pesado.

— ¡Manchas! – vuelvo a llamarlo y levanta las orejas de golpe, se pone de pie moviendo la cola y ahora me recibe más que feliz.

Logro entrar al departamento y le acaricio detrás de las orejas, en el hocico y me inclino para besarle la cabeza. Miro alrededor y todo parece sospechosamente silencioso. Dejo mi bolso en el sofá y voy a la cocina, no hay nadie y tampoco se escucha nada en el baño.

Pero ella está en su habitación.

Me alivia que esté aquí, recostada en la cama, con los ojos cerrados y escuchando música. Estos últimos meses ha estado tranquila, que yo sepa no se ha metido en ningún desastre caótico, esos que tanto le gustan. Sé que... no volvió a contactarse con su padre. Me lo dijo y aunque confió en ella, lo confirmamos a sus espaldas con Pyros.

Confío en lo que me dice, pero algo no me termina de cerrar.

Ya no hace sus clásicas desapariciones, no me miente sin ganas de que no me dé cuenta. Ya no se mantiene tan distante, solo lo normal.

Sin embargo, hay algo que...

Abre sus ojos castaños y oscuros con la clara sorpresa en ellos. Luego frunce el ceño y se quita el auricular.

— ¿Ya llegaste tan temprano?

Me acerco hasta su cama e intenta apartarse, pero camino con rapidez para tirarme sobre ella. Forcejeamos un momento y por suerte no me arroja al suelo, sino al otro costado donde está la pared. Me acomodo a su lado para verla.

— ¿Ya quieres que me vaya?

— De hecho sería bueno, estaba tan tranquila...

Le doy un golpe en la frente con fuerza y ella me lo devuelve en forma de un codazo en las costillas, ambas nos reímos.

— No te creo nada.

— Lo digo en serio, iba a montarme una clandestina mientras que tú follabas a tu noviecito.

— No me hagas acordarme de él – mascullo cruzándome de brazos, de repente más molesta y eso llama su atención de inmediato.

— ¿Qué sucedió?

La vena del chusmerío se ha hecho más grande en ella este último tiempo, supongo que se ha juntado demasiado conmigo. Je. Me encojo de hombros y vuelvo a voltearme con dramatismo, me recuesto boca arriba viendo el techo.

— Es que yo... No sé. No es que esté teniendo un mal desempeño, pero es...

— ¿Muy malo?

— ¡No! – le digo riendo y le doy un codazo – A lo que me refiero es que lo siento diferente en otro tipo de ámbitos. Sé que sufrió mucho, que estuvo más de seis putos meses sin poder ver, pero me gustaría que me cuente más, ¿comprendes? Siento que algo le sucede y no es capaz de decírmelo.

VIRAHA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora