𝟗. 𝐌𝐄𝐑𝐀𝐊

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28 de febrero.




Una de las cosas más divertidas y abrumantes que puede hacer una persona famosa es salir. Principalmente a una cita.

Aunque ya todo el mundo sabe que estamos en una relación, la llegada de Alastor todavía sigue siendo un secreto para las cámaras y los medios. Porque apenas volvió, siempre estaba cubierto o muy bien disfrazado, cambiaron sus guardias e intentaron no darle nada de atención así a los paparazzis. Por suerte lo estaban logrando muy bien, sin embargo, no es siempre tan duradera.

— ¿Entonces quieres ir a una cita? – me pregunta Alastor pasando su brazo por mi cuello y me acerca a su rostro para besarle.

— No lo sé... No quiero que te vean todavía.

— No lo harán, puedo pedirle a mi estilista que nos traiga todo lo necesario para que no nos descubran y poder salir.

Me acomodo en el sofá de mi departamento y hago una mueca, vuelve a besar mis labios de manera corta en un intento de convencerme.

— Sigo sin creer que sea la mejor idea – le digo dejando una mano en su rostro y él lo apoya contra mis dedos —, pero ¿Dónde iríamos?

— Conozco un parque – dice con cierto entusiasmo y al ver la cara que pongo se apresura a hablar —, pero uno que está casi a las afueras. Mi madre solía llevar a Deimon y es bastante discreto. Creo que hay una feria...

Suspiro con completo dramatismo y terminó accediendo, Alastor baja una de sus manos a mi pierna para tirar de esta, subirme a su regazo y besarme. Sus manos se vuelven juguetonas a la hora de deslizarse por mi cuerpo y sus besos solo se detienen cuando escucha a Manchas ladrar. Me volteo riendo y me levanto para atender a mi perro, mientras que él se va hacia la cocina para hacer el llamado. Esperamos al menos media hora cuando la estilista llega con un enorme bolso lleno de cosas.

Y otra hora más tarde ya estamos transformados.

— Que te hayas teñido de rubia y que no muestres tu cabello lo hace más fácil – se voltea hacia Alastor viéndolo con el ceño fruncido — ¿Tú para cuándo?

— Jamás, el rubio es y será mi color – cruza sus brazos encima de su pecho viéndola desafiante. Yo me termino de abrochar los botones del enorme abrigo que me sugirió/obligó a ponerme.

— Además, tiene el cabello más largo que antes – digo en un intento de defenderlo y la mujer solo rueda los ojos.

A mí me pone unos lentes grandes con vidrio falso, un gorro de lana gris y una bufanda que cubre parte de mi rostro, mi boca y nariz. El abrigo es tan grande que me llega por debajo de las rodillas, aunque en parte lo agradezco porque sí que hoy hace frío. Incluso nieva. A Alastor lo obliga a ponerse una peluca de cabello negro y un poco largo hasta los hombros, un tapado gris oscuro igual de largo que el mío y ropa más ancha de la que puede usar. Cosa que no utilizaría Alastor Mangiatore jamás.

VIRAHA #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora