Capítulo 4

456 46 8
                                    

Justin Bieber/Sorry 

*SENTIMIENTOS*

Matías. 

El estado de hipnosis en el que me encontraba era alarmante, no comprendía porque mis ojos no dejaban de detallarla, de buscar cualquier oportunidad para hacer que nuestros ojos chocaran, para hablarle, e intentar arreglar toda la mierda a la vivíamos expuestos. 

No me había mirado ni una sola vez en todo el día, ni me había notado cuando me acerque hablarle. Lo entendía, estaba molesta o mas bien decepcionada. 

Los  recuerdos que mantenía con ella me decían que su enfado no iba a durar mucho, pero me había equivocado, ya que casi se acercaba la hora para que las clases acabarán y no había conseguido ni pelearme con ella. 

El mundo rosa en el que vivía no le permitía ser una mala persona; porque aunque estoy seguro que le molesto mi gesto hacia Emily, ni una sola vez la había tratado mal, una sonrisita ocupaba sus labios pequeños y delicados, se había encargado de hacer los preparativos para el evento que se acercaba, y la había visto dar ordenes y ayudar en todo lo que le pedían; sin embargo a la única persona que parecía no notar era a mi. 

El sonido del timbre para el fin de la jornada comenzó a sonar, la vi coger su mochila de unas de la mesas y salir apresurada del aula. 

Actué por instinto y la seguí sin importarme la practica que el entrenador me recalco que no faltará, ahora mismo lo único que me apetecía era que ella me volviese a notar. 

—¡Matías!— sigo de largo sin importarme el llamado de la capitana de porrista, pero el que camine a la par mía me hace detallarla. Sus ojos grises estaban maquillados de una tonalidad muy clara de rosa, y sus labios estaban adornados de un muy escaso brillo de labios —¿Te importaría esperarme al terminar el ensayo esta tarde?— No pude evitar detenerme en la entrada de la escuela al escucharla y fruncí mis cejas sin entender como para que ella quería eso —Necesito decirte algo importante— agrego y tomo una de mis manos poniendo un papel con su numero de teléfono.

La volví a mirar sin comprender, pero dejo todo lo demás, cuando a lo lejos diviso a Maddison subirse a un auto y por fin mirarme, pero el que ella voltee nuevamente el rostro me hace soltar las manos de Emily, y caminar de prisa a su coche, pero sube la ventana polarizada del auto y su conducto arranca sin darme oportunidad de explicarme.

«Maldita sea».

[...]

—¡Diez vueltas a la cancha por impuntual!— Me grita el entrenador y sin inmutarme las comienzo a dar. 

Los segundos transcurrían con más lentitud que de costumbre y me retire la camiseta dejando a la vista mis tatuajes. No sentí el frío que debía de sentirse en esta época del año y retire mi cabello pelirrojo de la frente cuando el sudor comenzó a bajar por mí sien.   

En la décima vuelta me detuve junto al equipo, y me limpie el sudor con la camiseta sin entender el silencio que se formo cuando me acerque.

Observe a Ignacio con los ojos entrecerrados cuando desvío la mirada de mi y Rodrigo es quien se me acerca entregándome una botella de agua.

PEQUEÑAS MENTIRAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora