Make you feel my love/Adele
*CIRCUNSTANCIAS*
Matías.Éxtasis, fue la palabra que llegó a mi mente cuando la vi después de tantos años. Siete años, era lo que tenía cuando por primera vez en mi vida sentí aquel éxtasis que cubrió cada partícula de mi cuerpo haciéndome creer que ella no era real, si no algo sublime, etéreo...
Sus ojos me había cautivado de forma sutil en aquella playa, y la había querido para mi en el instante en que me habló y me mostró todas sus luces. El como brillaba me cautivo, pero lo que me cegó fue la forma de aferrarse a mi incluso sabiendo de antemano que no era lo mejor para ella.
Maddison, era la única persona que sin dudar daba un paso al frente por mi, su forma de cuidarme aun siendo dos años menor que yo me divertía y conmovía de tantas formas. Me quería... Sus acciones lo demostraban, ella era la única persona que me importaba que no se desencantara de mi. No me podía permitir el que descubriera en toda la mierda en la que estaba envuelto, y es que ahora que todo estaba tomando su cause las prioridades habían cambiado.
Las peleas tenían que parar, pero no era algo el cual se podía salir así por que sí, Massimo ya me lo había advertido, de ese mundo no se intentaba salir sin sufrir las consecuencias antes.
Alessandro también fue otro que me jodió con aquella cantaleta. Me lo dijo aquella única vez que fui capaz de llamarle y pedir que me ayudara, sus demandas fueron claras, me sacaba de aquella celda y aceptaba el ir con él a la punta del mundo y cambiar de ambiente, sino me dejaba pudrir en aquel lugar.
Lo único que no sopeso fue el que estuviera el cuello metido hasta el fondo de aquella mierda.
No podía salir, el dibujo de aquel pergamino impregnado en mi piel con aquellas palabras que erizaban hasta el mas rudos de las triadas, «Morte prima di disonore», fue lo que me tintaron, aquel tatuaje era el más grande recordatorio de lo que iba a llegar a pasarme si por mi mente se me llegara a ocurrir el traicionarles.
Catorce años era la edad que tenía cuando me adentré a ese mundo, quince años cuando disparé por primera vez un arma, y diecisiete cuando por un puto aceleramiento mate a alguien y me había convertido en asesino. Había jodido mi vida en tan solo cuatro años y al paso que iba me llevaría a lo que más quería por delante.
Tenía que pensar, sospesar mis opciones, no solo me podía permitir el quedarme sentando sin hacer nada. Tenía dinero, muchísimo en realidad, eso podía servirme para algo.
El aceptar y pelear por miles de euros era algo que me gustaba al principio, tenía todo lo que deseaba y me podía permitir el cuidar de mi madre sin que ella tuviera que hacer nada, y es que montones de veces observé cómo rogaba por algunos euros al gilipollas que me había impuesto como padre. Entonces comprendí que para verla bien y sin problema era necesario que pudiera sustentarla. Esa también una de las razones por las que había aceptado pelear. En aquel entonces aquello era un calmante que servía de alguna forma para anestesiar lo que mi tórax aclamaba.
Odio, era todo lo que sentía por ella ahora, su egoísmo me costo mucho, tuve una infancia más o menos agradable y una adolescencia que era un puñal con sal que no me permitía respirar sin exhalar sabiendo lo que soy, y es que hasta hora que mis ojos notan eso pozos azules fue que entendí que tan hundido estaba.
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PEQUEÑAS MENTIRAS ©
Acción"Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras." - William Shakespeare.