Chord Overstreet/What's left of you
*ETHEREAL*
Maddison.
Mi sentidos se apagan, me veo sumergida en ese pozo de dulzura y erotismo que desprende desde lo más profundo de si, no capto las voces que se acerca y lo beso mas y mas hundiéndome en aguas mucho más profundas.
El agarre que ejerce sus manos en mi cintura me enciende y quiero volver a sentir el fuego en el que estaba envuelta hacia unos momentos, bebo de sus labios como si estuviera sedienta y entre más pruebo menos ganas tengo de salir de está burbuja.
Mis labios lo reconocieron, y es que jamás deje de fantasear con aquel momento.
No me importa que mi cerebro me indicará banderas rojas por todas partes, ni que se haya comportado tan agresivo hace unos momentos, solo cauciono con lo que mi corazón pide. Y es que sentirlo tan cerca y tan mío era algo con lo que no podía razonar.
—Piccola principessa...— «Pequeña princesa». Separa su boca de la mía y sin poder evitarlo chupo su labio inferior jugando con su piercing varios segundos —Salgamos de aquí— me pide.
Pareciese que estuviera en una nube de algodón; porque en el momento que nos saca del salón sin intentar disimular ni un poco su erección, no hago más que seguirlo haciendo uso del poder que ejerce mi padre en la escuela saliendo sin importarme en recoger mi tableta donde hay formulas que tengo que resolver para mañana, solo me enfoco en subir a su auto, entrar a la mansión de su padre, y si como si las palabras sobraran nos encerramos en su habitación a besarnos.
Su cuerpo cubre el mío, y no nos desnudamos, solo me aprieta a si mismo luciendo perdido, sus labios me recorren de forma urgida y es que sentirlo desesperado me inquieta, porque lo siento como el niño inseguro que abandonó Londres y no como todo lo que había estado idealizado de él hacia tiempo.
«No me gusta». El sentirlo triste me encoge el pecho y sin verlo venir mis ojos se empapan de lagrimas. Me separo de sus labios y hago que me siente en sus piernas rodeando su cuerpo y escondiendo mi rostro en su cuello.
—Te eche de menos...— mi susurro lo tensa y me aprieta más a él como si le doliera el tenerme lejos. —¿Por qué dejaste de responder mis cartas?— no puedo evitar preguntar, y es que jamás comprendí que había hecho mal para ganarme su indiferencia.
—Lo siento mucho, princesita...— Se traba con las palabras y paso mis dedos por su pelo pelirrojo tratando de darle consuelo—. No tuve opción.
—¿Por qué?
—Mis padres se divorciaron y abandoné Roma con mi madre— arrugo mis cejas prestándole atención —Pensé que no te importaba después de la segunda carta que envié y no recibí respuesta —Mi pecho se encoje y mis ojos comienza a escocer.
«Te extraño mucho, princesita... Necesito verte, no me gusta la nueva casa. ¿Me extrañas como yo a ti? Cuídate y dime si alguien te molesta».
Sus ojos me miran con intensidad y aparta las lagrimas que bajan por mi rostro haciendo que deje de vagar en aquella estrofa que sin duda alguna me dolió cuando la leí en su momento.
—Yo te escribí, lo hice incluso cuando ya no recibía respuesta de tu parte—confieso, y no parece sorprendido, solo triste. —Deje de hacerlo cuando cumplí trece y mamá me encontró llorando— su mandíbula se tensa haciendo que su dedos ejerzan mas fuerza en mi cintura.
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PEQUEÑAS MENTIRAS ©
Action"Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras." - William Shakespeare.