Capítulo 11

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Teeth/SOS5

*INCAPACES*

Maddison.

Mi cerebro me recrimina el ser tan sentimental, probablemente el caos que estaba sintiendo dentro de mi era pasajero, pero tenía esa sensación de que nunca podría sentir tanto por alguien como lo que sentía por él.

Tan solo tenía dieciséis, y actuaba como que si dejarle ir era la peor decisión que hubiese tomado nunca. Era tan joven y sentía que perdía tanto al observarlo de lejos en aquella maraña de estudiantes. Su rostro estaba tan inexpresivo y carente de emoción que no parecía que nos hubiésemos enrollado hace dos días en su habitación. 

La risa que se escuchaba de los demás alumnos en la cafetería parecía una bazofia contra mi, que sentía que el mundo se me caía encima.

Realmentemente me preocupaba que mi adolescencia se basara en esto. Parecía que todos vivían menos yo. Todos alrededor marchaban con sus propios problemas, pero parecía insignificantes por la forma en que lo tomaban. Al menos yo había desistido de sentarme en la misma mesa que ellos y me había alejado tanto de los del curso sentada tan apartada de la multitud que ni recordaba el anuncio que tenia que hacer antes de que se acabara el receso.

Suspiré buscando la nota en el bolsillo y me acomodé el pelo antes de subirme de un salto a la mesa que ocupaba sola. Nadie parecía notar lo que hacia hasta que con cuidado de no caerme y que se me vieran las bragas, me agaché a tomar la bandeja de mi almuerzo y con una cuchara comencé a tocarla con fuerza.

El ruido de lo que hacía se extendió rápidamente y los estudiantes comenzaron a mirarme.

Esperé que todos los ojos estuvieran posados en mi y fingí una sonrisa de tranquilidad. 

—Gracias por el silencio — solté las cosas y volví a quedar erguida sobre la mesa  —El viernes próximo empezarán las selecciones para el nuevo candidato a la presidencia estudiantil — Informé sin ganas.  —Los que tengan un índice casi parecido al mío tienen la meta asegurada.— bromee consiguiendo abucheos de algunos  —Cabe mencionar que el fin de semana tendremos el paseo de excursión de dos días que promociona la escuela para un mejor ambiente. — Mi vista se pasea por los rostros emocionados y me petrifico con la mirada cargada de rencor que me pone a tragar nerviosa, «Matías». Respiro hondo apartando la vista y no vuelvo a fijar mi vista en nadie. —Estaremos saliendo el próximo jueves a las 8 de la noche, traten de no llegar tarde.—Agregué sin sentirme emocionada y me sorprende que Manuel me espere al lado de mi mesa. 

Agradecida acepto su mano escuchando el ruido que hacen los estudiantes nada más terminé de hablar. Le sonrió incomoda y le doy un repaso sin poder evitarlo.  

Su pelo negro cae rebelde por su frente y sus ojos azules me sonríe con algo parecido a la admiración.  Su mirada intensa me mueve incomoda y trato de parecer relajada, «Aun no superaba lo que papá le había hecho».

—¿Qué tal?— Saludó, y me senté en mi mesa invitándolo a posarse frente a mi.

—Todo bien.— Mentí y juguetee con mis dedos. —Oye...—empecé, —Realmente lamento lo que mi papá te hizo aquella vez —, murmuré avergonzada. —Me sentí tan mal por aquello.  

—No pasa nada — Aseguró —No hubiese sido emocionante si no tengo problema con el papá de la chica que me gusta.— Levanté mis cejas y sin poder evitarlo busque con la mirada al pelirrojo que me hacia perder la cabeza. Sus ojos me taladraban desde donde estaba y me encontré a mi misma desafiándolo. Su mandíbula se apretó y el que estuviera a cuatro mesas de mi no me impedía detallarlo. 

PEQUEÑAS MENTIRAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora