Miley Cyrus/Angels like you
*OPPOSITE*
Matías.
Nápoles, Italia.
Donde los cabecillas más buscado se encuentran, donde me fui a meter con tal de no dejar que nadie me pisoteara, donde si no te das a respetar, te convierten en un títere o en un imbécil que nada más sirve para recibir ordenes. Donde si no te haces un nombre te atropellan volviéndote mierda; y es que antes de que se atrevan a pisotearme a mi, destruyo.
En mis venas parece recorrer lava en vez de sangre, y es que no olvidaba, la mente no me daba para ser alguien sensato. Los dedos me cosquillean ansioso, a mi lado mi mejor amigo parece notar mi turbación y me da mi espacio cuando abordamos la avioneta. Los minutos transcurren en silencio y me obligo a cerrar los ojos intentado serenarme.
—¿Estas bien?
Massimo era lo mas fiel que puedo llegar a conseguir en un amigo, y aquello no me cupo duda, cuando sin pedírselo intento poner a Maddison a salvo, no estaba acostumbrado agradecer nada y él mas que nadie lo sabía, pero era tan metido que me conocía lo suficiente como para intuir lo mucho que me importaba ella.
A él era el único que le había confiado mis planes, y solo dejaba que participara porque el solo seguía sus regla, no refutaba en nada, solo haciendo lo que le apetecía ganándose el respeto que le tenia convirtiéndose en alguien confiable para mi, por eso asentí en su dirección cuando la avioneta que le pidió a su papá llegó en tiempo récord haciéndonos llegar en menos de dos horas a Italia.
El que no estén esperando fuera de ella no me sorprende y saludo al señor Caruso de la mano, cuando palmea el cuello de su hijo. Con sus hombres nos movemos a la finca donde Raffaello el hombre más importante de Italia no me espera y recibo el móvil que mande a pedir antes de llegar.
Los mensajes comienzan a llegar, y termino cerrando el móvil cuando el enojo me vuelve a tomar.
Los cargos en la mafia se respetaban, así como a sus cabecillas. Rene Caruso, el padre de Massimo, era el segundo hombre armando de pues de Raffaello convirtiéndose por herencia de su padre en Sottocapo. Massimo a la edad de diez años ya había comenzado hacer instruido, para hacer su sucesor, viendo que mientras muchos jugaba a la pelota en el parque, él fue obligado a seguir a su padre, donde sin importar su edad lo obligaron a empuñar un arma alejándolo de los placeres banales y convirtiéndolo en Capodecime.
Al ser un a llegado de la mafia, tuve que escalar, siendo que mientras otro heredan el puesto yo tuve que pelear por él. El trafico de drogas, el lavado de dinero, y hasta el trato de blanca era lo común aquí. Y aunque jamás me había inmiscuido en los asuntos de vender personas, y el trafico activo de sustancias, lo que hacia era mucho peor.
Dirigía a los Antonegras, los famosos matones de la mafia italiana, convirtiéndome en el líder que tenía que vivir solo para preservar la vida por los de arriba. Que cáustico ¿no? Yo queriendo quemar todo lo que me jodiera, y a quienes juré "proteger" Solo estaban tambaleando a mi alrededor, porque si jamás había mostrado intenciones de repudiar el tatuaje que cargo aun costado, ahora lo odiaba con solo recordar la mirada azul que puso todo mis latidos en alerta cuando la vi desesperada caer en el aturdimiento buscándome por todos lados.
El famoso apelativo que se le escapaba a más de uno viéndome me causaba gracia «Rojo» , y si, me había hecho un nombre y el que aquel apodo impusiera respeto en lo más sucio de Italia no era más que la punta del iceberg; aquella palabra implicaba mucho, y no tenía absolutamente nada que ver con mi cabello, sino el que no me importara el dejar el piso manchado de sangre de quienes osaban con traicionarme.
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PEQUEÑAS MENTIRAS ©
Action"Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras." - William Shakespeare.