Capítulo 1 ও

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Todo comenzó un frío día de otoño, para ser más exactos un dieciséis de septiembre.

En la ciudad de Seúl, un omega se había levantado a las siete menos cuarto de la mañana para poder ducharse con tranquilidad, desayunar y finalmente acudir a su instituto después de los largos meses de verano.

Ahora que las vacaciones de verano habían llegado a su fin, los jóvenes alfas, omegas y betas debían volver a los institutos.

Aunque... ¿quién era específicamente ese omega que se había levantado tan temprano?

Park Jimin.

Un bajito omega muy tímido que adoraba el ajedrez y pasar desapercibido por los demás, por ello siempre se hallaba escondido o bien en la biblioteca de su instituto o bien en el aula que le habían asignado para llevar a cabo su club de ajedrez.

Mencionar que de hecho, Park ya había ganado varios premios nacionales por sus grandes dotes en el ajedrez, cosa que era un gran orgullo para su abuela, además de que también era un chico muy estudioso y siempre solía estar en lo más alto de las listas de calificaciones.

Por otro lado y volviendo a la realidad, Jimin salió de la ducha tras veinte minutos donde se aseó con esmero, ya que adoraba estar completamente limpio y oler bien.

De hecho gracias a su floral aroma natural, siempre olía deliciosamente... aunque éste no era tan dulce como el de los demás omegas, motivo por el cuál también se metían cruelmente con él.

Así que debido a su peculiar olor él creía que era un omega recesivo, y aunque no le importaba en absoluto, sí lo hacían todas las críticas que se hacían con él por ser "diferente".

Jimin suspiró y su labio inferior tembló anunciando que estaba a punto de llorar por todos los recuerdos desagradables de acoso que llegaban a su mente sin descanso, ya que por ser cómo era, desde pequeño su vida había sido una llena de burlas y malos tratos por parte de sus compañeros.

Y aquello dolía.

Dolía mucho.

Así que cuando una lágrima recorrió su sedosa a la vez que abultadita mejilla derecha, se la limpió con rapidez y se pronunció con angustia.

—Lo tengo todo. —Susurró sarcástico para sí mismo.—Gordo y s-sin aroma dulce. —Musitó finalmente bastante decaído, de nuevo estaba menospreciándose a sí mismo.

Respiró hondo y rápidamente se tapó su pequeño a la vez que regordete cuerpo con su albornoz.

En seguida se puso sus acaparadoras gafas de vista que había dejado sobre el lavamanos mientras se había duchado y tras ello, evitó a toda costa mirarse al espejo.

Porque antes a Park no le importaba en absoluto admirar su cuerpo cada vez que salía de la ducha, sin embargo desde que hace ya varios años entrara al instituto, había desarrollado un gran rechazo hacia su propio cuerpo hasta el punto de que evitaba todo lo posible el verse a sí mismo.

Después de todo aunque no quisiera admitirlo... se avergonzaba por ser un omega gordito.

Y es qué él era el único omega con kilitos de más en todo su instituto, y era por ello que todos le prestaban más atención, porque no podía camuflarse en otros.

Después de todo, quizá todos los que le llamaban gordo o bola de grasa llevaban razón, sin embargo no sabía cómo bajar de peso, ya que no le gustaba el deporte, comía bastante de lo que le gustaba y además odiaba sudar, aunque lo de sudar tenía matices...

Dejando de lado sus pensamientos Jimin suspiró por segunda vez sintiéndose triste, porque se había tenido que comprar hasta un albornoz que tapara su cuerpo completo para evitar verse a sí mismo... y sí, ya hacía mucho tiempo que había dejado de quererse a sí mismo.

Debido a que ser un adolescente con problemas de peso a veces podía llegar a ser extremadamente cruel, y más en una sociedad donde los omegas debían ser esbeltos y bonitos, él era todo lo que un omega no debía ser...

Y aquello hacía que su puro a la vez que noble corazoncito se viera en un puño, ya que el no ser supuestamente un omega ejemplar parecía haberse convertido en un arduo castigo donde los demás señalaban ansiosos hasta su más mínimo defecto.

Mordisqueó su labio inferior y se habló de nuevo en un amago de tranquilizarse.

—Venga Minnie, q-que te dé igual lo que digan. —Se habló a sí mismo por segunda vez, sin embargo sabía perfectamente que aquello sería en vano y que a la mínima que le dijeran algo desagradable, se sentiría de nuevo terriblemente mal consigo mismo.

Suspiró por segunda vez y salió del baño para dirigirse a su habitación con cuidado de no resbalarse debido a sus pies descalzos y aún levemente húmedos.

Una vez allí, se vistió con ropa de colores apagados que supuestamente disimulaban sus kilitos de más y una vez listo, preparó rápidamente su mochila para seguidamente bajar a la cocina.

Por supuesto, no sin antes haberse puesto un poco de su brillo labial favorito que hacían ver sus abultados labios más jugosos y rojizos.

Una vez bajó, encontró a su abuela en la estancia, aquella había hecho como casi todas las mañanas el desayuno para los dos. Y decir que aunque fuera su abuela, ésta solamente tenía cincuenta y dos años debido a que los padres de Jimin lo habían tenido muy jóvenes.

Tan jóvenes... que le habían dejado a su suerte y fue gracias a que su abuela paterna lo había acogido con ella, que ahora tenía con quién vivir.

Entonces cuando la mujer le vio entrar a la cocina, en seguida le saludó agradable.

—Buenos días cariño. —Mencionó con un suave tono de voz la omega.

A lo que Jimin sonrió amplio y le respondió amablemente.

Tras ello ambos desayunaron rápido y cada uno se dirigió a sus respectivos quehaceres, Jimin iría a estudiar y practicar ajedrez, mientras que su abuela iría a trabajar al hospital central de Seúl como había hecho ya durante más de veinticuatro años.

Cuando Jimin entró al instituto, lo primero que hizo fue ceñir con nerviosismo sus pequeñas y regordetas manos en las asas de su mochila.

En seguida bajó su mirada un poco y con cuidado de que nadie siquiera le rozara sin querer, se dirigió a su clase.

Todo marchó normal por unos minutos, sin embargo se quedó paralizado cuando todos los alfas, omegas y betas se quedaron en silencio por la llegada del club de fútbol.

Y fue ahí cuando Jimin se puso demasiado nervioso cuando se giró para cerciorarse de si realmente eran ellos.

En efecto, cuando vio a los que habían llegado, su mirada cayó inevitablemente en el chico que lideraba el grupo y que andaba con toda la seguridad del mundo.

Jeon Jungkook.

¿Y quién diría que el crush del chico más rellenito del instituto, era el líder del equipo de fútbol?

Exactamente, nadie lo diría.

Porque un posible amorío entre ellos dos era absolutamente imposible. Los dos eran tan extremadamente diferentes que aquello nunca pasaría.

O al menos... eso pensaba Jimin.

Lo que no sabía es que la luna ya tenía trazado su destino.

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Jaque al alfa 🐾♟ Kookmin OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora