Pez gordo
Era la hora del almuerzo mis amigos, Sam y yo nos disponíamos a comer mientras el sonido a nuestro alrededor pretendía perturbarnos.
-Es muy bueno Alan- le dijo Sam
-Si estoy orgulloso de mamá, de verdad ese grupo de ayuda de mujeres ha logrado hacer grandes cambios en ella. Siento que por fin después de tantos años hemos podido avanzar y saldré de ese infierno al que realmente no quiero regresar más.
-Es genial- le dijo Gabin- Cuentas con nosotros para lo que sea
-Gracias por estar siempre conmigo- dijo mientras se metía 5 papas fritas a la vez
Una vez en el salón Victoria y Sam charlaban mientras ella afilaba sus lápices, iba a darle un chocolate que le había comprado el día anterior pero Boe se me adelantó.
-¿Cómo es que puedes tener un sacapuntas? Digo en Wallenfort te tenían prohibido todo ese tipo de cosas ¿No?
-Se le llama progreso, uno hace terapia y va avanzando, no se estanca pero que puedo explicarte a ti que se nota que jamás has pisado un consultorio médico.
-Pues un loquero no
-No Boe te equivocas, no es un loquero es un lugar en el que de verdad te ayudan es tan espectacular que voy a mis citas bailando lambada casa vez que puedo. Te lo recomiendo de verdad nena
Boe la observó y se retiró a su asiento, Victoria se rió y abrazó tiernamente a Sam Me acerque a ella y me senté a su lado entregándole la moneda de chocolate.
-¿De verdad saliste con alguien así?- me preguntó
-Boe no es así siempre, tiene cosas buenas.
-Gracias- dijo recibiendo la moneda de chocolate mientras la guardaba en su mochila- Eres muy dulce yo no compré nada ¿Qué te gusta?
-Me gustan los malvaviscos.
A la salida del colegio caminé con Alan hasta su casa debía retirar ropa de su madre, quien estaba viviendo en una casa alquilada, no quería regresar con el señor Parker esa era la verdad.
-Fueron años de maltrato ¿Sabes? Lo único que puedo recordar de niño es a él pegándole a mí madre, pateandola en el suelo escuchar sus gemidos y que luego de un rato ella tocara dulcemente mí puerta y me dijera que no debía temer, que todo estaba bien. Y yo sabía que no lo estaba, supe que nada andaba bien cuando iba a cumpleaños infantiles y los papás conducían con las mamás, en mí vida siempre fue mí mamá.
-Sé que uno habla estás cosas cuando puede pero jamás dudes en contarnos, somos tus amigos te queremos bien.
-Gracias ¿Sabes? He hablado mucho con Sam incluso me consiguió número de varios terapeutas tiene como un catálogo en su celular, ella es como la hermana que nunca tuve ¿Sabes por qué te cuento esto?
-No- dije dejando de caminar para mirarlo
-Por que andas en algo raro lo sé, te conozco. He averiguado con tu madre que trabajas con los Delisario y con un James que fue amigo de Sam ¿Eres espía ahora?
-¿Le dijiste a ella de esto?
-¿Me crees idiota? Yo sé que tú quieres ayudarla pero él es un pez gordo y te estás metiendo con él. Quiero que tú seas mí compañero en la universidad, no quiero hornear galletas y llevartelas con Peter a Wallenfort.
-Eso no me pasará a mí
-Lo mismo debió pensar Sam
-Basta, de verdad no te metas en esto Alan yo puedo controlarlo
Y me fui dejando a mí mejor amigo con la palabra en la boca caminé con furia hacía mí casa, no quería admitir que tal vez tenía razón que me estaba metiendo en asuntos muy duros pero ella valía la pena. Quizas jugaba al espía por qué era más fácil que ganarme su confianza poco a poco para que me cuente que fue lo que pasó en realidad, es que los seres humanos somos así preferimos el camino corto, el rápido el menos costoso.
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El Dilema de Oliver
Teen FictionOliver Banks está en el último año de preparatoria pero sus planes, peligrosamente estudiados, se desvían cuando conoce a Sam una paciente del Instituto Mental de Wallenfort de pronto se encuentra en el dilema de rescatar a Sam de su propio infierno...