Dopado
Alan armó el sillón cama luego de que mí madre le dijera que volvería al día siguiente por retrasarse en su capacitación fuera de la ciudad. El cuerpo me transpiraba tenía algo de fiebre así que Sam humedecía paños fríos y los colocaba en mí frente mientras veiamos una comedia romántica, me había convidado una de sus pastillas para dormir todo lo veía borroso y algo confuso lo frío de mí frente y lo tibio de sus manos tocandome el rostro lo cálido de su mirada en un intento por aliviar mí malestar.
A mitad de la noche me desperté sutilmente ella dormía a mí lado y estaba abrazándola, mí brazo en su cintura y ella no lo había notado porque dormía profundamente ¿Debía quitarlo? Pero de tanto pensarlo volví a quedarme dormido. No debió pasar una hora cuando volvi a despertar y tenía a Sam dormida en mí pecho su dedo índice estaba sobre mí cuello y yo la abrazaba fuertemente su aroma dulce me embriagaba, su cabello castaño despeinando y sus ojos relajados descansando como si por un segundo sus problemas no importarán ¿Era ese momento lo que llamaban hogar? ¿Eso era la calidez? ¿Era eso el cielo? ¿Mí amiga me había aliviado y llevado al paraíso? Me entregué por completo al peso de su cuerpo, a su aroma al sonido de su respiración en sintonía con el mío y al calor que emanabamos al dormir juntos, me deje llevar, lejos de soltarla me aferre a ese momento y me entregué al sueño.
Desperté de golpe, me encontraba solo el sofa estaba revuelto. Al contrario de anoche esa calidez del cuerpo me había abandonado, mí madre aún no había llegado y no sabría cuando lo haría. Subí a mí habitación y me cambié de ropa. Necesitaba irme de allí así que conduje mí auto por las calles de mí ciudad a toda marcha hasta que llegue a la mansión Dellisario, mis manos temblaban de una manera inexplicable, jamás me había sentido así.
-Oliver- dijo James dejándome pasar- Es muy temprano ¿Que demonios quieres?
-Las pastillas azules de Carlos, las necesito
-Te dio un frasco lleno hace unos días
-No las tengo y necesito más
-Bien espera aquí
Una vez que tuve el frasco conmigo regrese a casa, subí a mí cuarto y me trague dos en seco, metí el frasco con las pastillas sobrantes en una alcancía en forma de lata de cuando era niño y la metí atrás de mí escritorio. Y de nuevo allí, solo sin que nadie se preocupara por mí sin mí madre y su patética obsesión por perfeccionarse en su profesión pero ¿Cómo podría culparla? Si yo era igual, con esa obsesión por ser perfecto en todo siempre vi el fracaso como señal de derrota y ya había fracasado al no tener padre, no podía fracasar en alguna otra cosa ¿Por eso no quería perder a Sam? ¿Perderla sería como un fracaso? El cuarto comenzó a girar a mí alrededor de pronto ya nada dolía, ya nada importaba era yo dopado y nadie más.
Desperté sobre la alfombra de mí habitación, estaba oscuro y una luz tenue entraba de la calle, pero había algo más una luz brillante en mí habitación que se encendía y apagaba: mí celular. Tenía llamadas perdidas de Sam y los chicos. Algo había sucedido
"Estamos en el hospital, Alan fue agredido" decía el WhatsApp de Gabin. Aún no me encontraba del todo bien así que tome un taxi hasta el hospital. Mis amigos se encontraban afuera de la habitación 32 bebiendo café de vasos descartables.
-¿Que ha sucedido? - dije acercándome a ellos y solo recibí miradas duras de su parte hubo silencio por unos segundos hasta que Sam habló.
-Alan fue a buscar más ropa a su casa y su padre le ha dicho que por su culpa su madre se ha ido de casa. Discutieron y el le pegó en el ojo lo están atendiendo
-¡Por Dios! Pero el ¿Está bien? ¿Cómo pudo ir solo a esa casa?
-Yo no podía ir pero le pedí que te llamara antes de ir solo- me dijo Gabin duramente -¿Que estabas haciendo? Dice Alan que jamás le contestaste
-Estaba en casa solo me dormí- agache la cabeza y me sentí fatal por no haber podido estar para mí amigo en ese momento, quizás si hubiera esperado unas horas más todo sería diferente -Lo lamento de verdad chicos jamás quise que esto le pasara a Alan, es mí amigo también
-Chicos- dijo la mamá de Alan saliendo del cuarto- Él está bien es solo un golpe en el ojo, lo tendrán en observación hasta mañana, deben ir a sus casas es muy tarde
-Por favor dígale que le deseamos que se recupere- pidió Sam
Afuera del hospital, Gabin saco una barra de cereal y comenzó a comer miro a Sam serio por un minuto y luego a mí.
-¿Qué haremos con él?- le pregunto a Sam
-¿De que hablas?- pregunté
-Estas drogado respondieron al mismo tiempo- Has venido totalmente desalineado.
-Yo lo llevaré a casa- dijo Sam segura
Al subir a su auto me abrocho el cinturón y me miró duramente. Condujo en silencio por varios kilómetros hasta que baje la ventanilla me diera en la cara en un intento desesperado por sentirme mejor quería preguntarle si era posible que viajaramos siempre, que el auto jamás se detenga que le daba todos mis ahorros para la gasolina pero que no se detuviera jamás.
-¿Hasta cuándo piensas seguir así Oliver? Estás por perder las materias en la escuela, tu beca para ir a la Universidad
-¿Puedes parar un segundo? ¿Porque piensas que solo me importa estudiar? ¿Esa es la impresión que le doy a todos? ¡Dímelo! ¡Dímelo porque estoy muy cansado! No puedo ser el chico perfecto para siempre, yo solo quiero que me dejen en paz un minuto, quiero perderme un segundo tengo derecho a eso. Llegaste hace poco a mí vida pero te cuento que vengo haciendo las cosas demasiado bien desde que soy muy chico, jamás le traje problemas a mí madre ¿Que problema hay si los causo ahora? No puedo más, ya no quiero seguir así. Me duele, me quema y yo... Yo no puedo respirar te juro que no puedo más Sam esas malditas pastillas son lo único que me relajan un maldito segundo por qué no aguanto más
Sam estaciono el auto y desabrochó mí cinturón que me ahogaba bajo las ventanillas para que todo el aire entre en mis pulmones y me abrazo con todas sus fuerzas.
-Shhh tranquilo, estarás bien. Estoy aquí y no te dejare
-No me dejes- le suplique
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El Dilema de Oliver
Teen FictionOliver Banks está en el último año de preparatoria pero sus planes, peligrosamente estudiados, se desvían cuando conoce a Sam una paciente del Instituto Mental de Wallenfort de pronto se encuentra en el dilema de rescatar a Sam de su propio infierno...