Capítulo treinta y ocho

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aaah~—otro gemido y otro, ese era el sonido que inundaba mi habitación, me aferro a las sábanas para poder controlarme, los besos que reparte por mi pecho son exitantes y únicos, la humedad que deja en ellos me calienta aun más.

– por-ggg por favor —suplico al sentir como cada vez es más grande la tensión que hay en ambos cuerpos.

La luz de la noche iluminaba mi habitación, las cortinas del balcón se elevan al dejar entrar la brisa de la noche, pero no me afecta, no tengo frío, todo lo contrario. Se mueve arriba, abajo y estoy apuntó de rendirme pero mis manos se mueven y la sujeto de las caderas.

Se inclina y deposita un beso apacionado en mi boca, nuestras lenguas juegan y exploran todo lo que pueden. Se separa de mi y me dejo caer para dar por terminado lo que empezamos.

– aaah, hinata.

Y todo se oscurece.

La brisa pasa por las cortinas, la vista se me nubla con la luz entrando a través de ella. Me muevo un poco al sentirme frío por la espalda ¿y la manta? Me pregunto para palpar a mis lados y buscarla, mi búsqueda falla y resignado abro lentamente los ojos.

Algo que noto al instante es que... Falta alguien. ¿Donde esta hinata? Me muevo a un lado de la cama y abro los ojos para encontrarme con la cama vacía, me alteró un poco y tomó la punta de la manta que estaba en mi cintura para levantarme lo más rápido posible creando una onda de aire y salí corriendo

Llegó a el lumbral de la puerta imaginándome encontrarla con mi camisa y preparando un desayuno, pero solo es mi imaginación ya que no hay nadie.

Me regreso a mi cama y me coloco un bóxer y un pantalones de algodón reviso el lugar y no hay rastros de ropa de hinata. ¿Lo abre soñado? Talves solo me quede dormido y lo soñé todo, me dejó caer en la cama y mis fosas nasales captan el olor a vainilla giro mi cabeza sobre la almohada y veo un cabello negro-azulado. No fue un sueño.

Me levanto y trato de pensar que pudo haber pasado, pero unos golpes (nada amables) me sacan de mis pensamientos.

Me levanto y camino a la puerta, de nuevo tocan desenfrenadamente. Voy a desir que ya voy cuando.

– ¡abre! ¡Habló enserio! —¿guren?

–¡sabemos que estas ahí, nos lo dijeron! —¿hanabi?

Me confundo un poco y abro la puerta.

– ¡lo sabí... ¿Naruto?

– ¿oxigenada?

– ¿qué pasa? ¿Guren, hanabi? ¿Que hacen aquí?

– tú... ¿Que haces tu aquí?

– bueno está es mi habita...

– no es tiempo para eso, guren buscala. —hanabi me empuja a un lado y entra como si nada.

– claro —ahora guren me empuja al otro lado y también se pasa.

Las veo a una entrar a mi cuarto y la otra va a la pequeña salita. Me paso y cierro la puerta para después entrar a mi cuarto y encontrarme con hanabi husmeando bajo mi cama.

–¿qué haces, castañita?

– ¿¡dónde está?!

– tranquila.

–¡¿dónde está naruto, dónde está hinata?!

Eso me parece algo muy raro.

– ¿hinata?

– si naruto, es el nombre de tu jefa—dise guren entrando a mi cuarto.

– eso lo se guren, pero me desconsierta que pregunten por ella

Soy Tu Dueño, Pero Yo Tu Jefa. | En Edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora