Capitulo treinta y uno

76 6 2
                                    

Hinata

Toque una ves... Dos veces... Y tres..
¿Es que acaso no me piensa abrir?

Volví a tocar solo que esta ves hable.

– uzumaki, soy yo, abra por favor.

Vaya ya hasta pido favores.

No abrió. Tal vez solo fue de compras ¡si! Eso es, de compras.

Me di la vuelta para regresar a la oficina, no sabía que hacía ahí, cuando de la nada escucho el cerrojo de la puerta moverse y la puerta abrirse.

Me gire por inercia y.... ¡Oooh! ¡Por dios!

Que caraj...¿Quien era el? Un chico ojeroso, ojos azules, cabello rubio desordenado y un baso de... ¿Wisky? Mierda...

– u-uzumaki...

– Buenos días señorita h-hyuga, se v-ve hermo-mosa...

Esta ¡ebriooo!

– uzumaki, santo dios, ¿que le pasó? ¡No lo puedo creer!

– ¿ya le dije que se ve hermosa?

Eso sonaba raro...

Avanze para enfrentarlo y saber si si era él o una copia de mal gusto. Aunque, si era él y no fue desepcion lo que me lleve mas bien fue como... pena y algo de tristeza por el...

– venga ya, vamos a dentro.

– eso no suena bien entre una chica y un chico. —se tambaleó un poco y me asegure de que su brazo rodear a mi cuello.

– tal vez en un chico y una chica no, Pero yo soy su ex-jefa y usted solo un conocido nada mas y nada menos.

Entramos y ¡santo dios! Esto era un olor que ¡wow! Había escuchado que las habitaciones de los chicos normalmente era un desastre pero esta, además de tener todo tirado, tenía un olor que no me apetese describir.

Hize una mueca y sin poder contenerlo tosi, eso uzumaki lo reconoció.

– lo siento. No acostumbro limpiar muy seguido, ademas de que no e tenido tiempo.

– descuide. Lo resistiré.

– es una mujer fuerte ¿sabía?

– gracias. Vamos.

Me gire para el pasillo que parecía que nada ni nadie había pasado por ese lugar.

– no, esa no es mi habitación

– La cosa es. —lo acomode un poco
– es que no iremos a su cuatro, lo llevaré a él baño.

– no quiero. —hizo lo que todo niño berrinchudo haria. Se dejó caer.
Carajo.

– ¡Dios! No haga eso, está pesado.

– ¿por qué me llama como si fuera mayor que usted? Somos de la misma edad, 27 años.

– lo siento, pero estoy acostumbrada a llamar así a la gente que me rodea.

Al fin entramos, baje la tapa del retrete y lo sente.

Me dirigí a la regadera y la abrí. El agua estaba perfecta ese día.

Me gire para darle instrucciones pero... ¡Oh por dios! Se estaba desnudando enfrente mio... De inmediato me lanzó a detenerlo colocándole de nuevo la camisa.

– ¿¡que rayos hace?!

– la ducha, según muchos es para desnudarse y entrar en ella.

– al menos espere a que yo ya no esté aquí.

Soy Tu Dueño, Pero Yo Tu Jefa. | En Edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora