| 15 |

1.3K 108 6
                                    

Sebastián :

— Ya estarás contenta — refunfuñe.

Luna y yo habíamos salido del Salón, ella venía detrás de mi de lo más tranquila

— ¿ Yo?, siempre. No como tu.

No tenía humor para sus babosadas, me sentía más que molesto.

— Solo me causas problemas, ¿ sabias?

Deje de escuchar sus tacones, por lo que supuse se había detenido. Por inercia hice lo mismo, voltee a verla.

— ¡ Eres un mentiroso!, yo no te obligue a que me respondieras las notas. Además, la primera vez que te regañaron no fue cosa mía, tu estabas hablando a gusto con tu amigo.

— Que más da, alejate de mi. Ya he lo he pedido, no se por que eres terca, entiende, NO TE SOPORTO MÁS.

Ella apretó la mandíbula y asintió, ¿ que no se cansaba de los rechazos?. Siempre desde el momento uno, le he dejado en claro mi postura, pero parece que no entiende nada de lo que le digo.

— Me vas a extrañar, Córdova.

— Claro.

Ambos damos media vuelta, caminando en dirección contraria. No tengo idea a donde Diablos se fue, pero yo voy en camino a mi casillero.

En cuanto estoy ahí, me encargo de dejar los libros que no voy a utilizar en esta primer clase.

Estúpido maestro

Estúpida Luna

Estúpido yo.

Escucho una risa de burla tras mis espaldas, no tengo que voltear para saber de quien se trata.

El estúpido, engreído y bueno para nada del capitán del equipo, Diego.

— Córdova — murmura cuando nos vemos, su típica risa burlona esta ahí.

— Láinez — respondo de la misma manera, ¿ pues que se cree?

— Vengo a exigirte una cosa, por tu bien espero que te quede bien claro.

Arqueo una de mis cejas esperando a que siga con " Su petición ".

— Quiero que te mantengas alejado de Luna, más vale que lo hagas.

Rei amargamente, supiera que es lo que yo más deseo.

— ¿ que no era que habían terminado? — cuestione burlón.

— Eso no importa, ahora espero..

— No — le interrumpi — No importa lo que quiera su Majestad, yo no soy como los demás peleles que obedecen a tus órdenes.

Lo tome por su camisa y así, con más fuerza lo estampe contra los casilleros.

— Y escucha bien, niño bonito — ejerci más fuerza. — Si yo quiero, me acercó a ella, si no, la mando a volar. Tu y ella han terminado, así que busca otra distracción

Rompecabezas | Sebastián Córdova | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora