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Luna:

¿Era mi imaginación o Sebastián estaba distante?, seguro si era mi imaginación. Durante el camino estuvo viendo al frente, no habló y menos puso música como era su costumbre.

Seguro que es por que no le agrada para nada este tipo de cosas, el mismo me lo dijo.

Cuando entramos todos se nos quedaron viendo como era de costumbre, aunque ya no me importaba que los demás me vieran, solo me importa Sebastián.

Tome la mano de Sebastián, solo volteo a mirarme y no, no era mi imaginación su distanciamiento, forzó una sonrisa.  La mirada de Victoria me recorrió de pies a cabeza, pero la ignore. A su lado estaba Diego quien nos veía mal, estaba rojo del coraje pero vuelvo a repetir que ya me da lo mismo.

Todo el lugar estaba decorado como si verdaderamente estuviéramos en Montecarlo, ya que el baile era con esa temática. Habían mesas de billares, pokar y otras cosas más que estaban perfectas con la temática.

Sebastián y yo fuimos a una de las mesas al aire libre, el quería estar en ese lugar y yo no me opondría. Como dije, ahora solo me importa el.

Cuando nos sentamos sentí una ráfaga de viento, pero estaba perfecto por que no hacía ni frío ni calor.

— ¿ que tienes? — le pregunte al ver su rostro serio.

— nada — pasa su brazo por encima de mis hombros.

No digo nada, desvía su mirada viendo hacia la entrada y hago lo mismo. Ricardo entra acompañado de Diana que tiene puesto un hermoso vestido anaranjado, combinaba bien con su nuevo tinte de cabello.

— Buenas noches — saluda Diana con una sonrisa una vez que se acercan a nuestra mesa.

— buenas noches — saludamos Sebastián y yo al unísono.

— necesito hablar contigo — comenta Ricardo

— ¿ de que?

— Ven — me toma de la muñeca y me pongo de pie — te la regreso en menos de cinco minutos — le dice a Sebastián, quien solo lo mira sin decir nada.

La mirada que le da me causa miedo, hace mucho que no lo veía tener ese semblante.

Ricardo me llevó a unos cuantos metros de allí para hablar, pero sentía la insistente mirada de Sebastián sobre mi.

*

   Sebastián:

Pasaron los minutos y ví como habían terminado de hablar, Diana seguía leyendo la Carta de degustación sobre la mesa. Era momento.

— Permiso — digo antes de ponerme de pie, ella solo me sonríe.

Me acerque a ellos y Luna me recibió con una enorme sonrisa, hipócrita.

— Te amo — solté de golpe, sus ojos se abrieron en sorpresa y los de Ricardo igual.

— Bueno chicos, yo los dejó solos — comenta Ricardo dándose media vuelta

— No— se detiene — Creí que deberías estar presente para ver que Luna ganaba la apuesta, ¿ no?

Luna abrió la boca sorprendída, seguro que si su mandíbula no estuviera pegada a su rostro, se habría caído por completo.

— ¿ como era que decía el mensaje? — solté con ironía — ¡ ah si!, que cuando me enamorara como un imbécil de ti, ganarias la apuesta y te irías con Diego de nuevo — rei

Rompecabezas | Sebastián Córdova | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora