Con razón era mejor no saciar la curiosidad porque las consecuencias podían ser catastróficas, o lo mismo iba siendo, era preferible vivir en la absoluta e inocente ignorancia. La carta que sostenía era demasiado reveladora. O no lo era tanto porque no explicaba qué daño le había hecho a Harry para que lady Chesterfield abandonara el hogar y dijera de irse también.
Oh, Dios mío.
Tiró la carta de su mano como si esta le hubiera quemado e intentó respirar hondo, pero mil preguntas se estrellaban en su cabeza, dejándola intranquila. No se percató de que se había sentado en la cama. No se percató del tiempo, ni de dónde estaba. Solo las palabras que bailaban en su mente. La llegada de Harry al pueblo, su comportamiento, su... Ahora, la carta de Caroline que había puesto el mundo patas arribas.
¡No! ¡No!
Catherine, no puedes hacer nada.
No podía hacer nada.
Debía irse de la habitación y obligarse que aquello no había ocurrido, no había leído la carta y no sabía de su contenido. Como lo podía hacer si lady Chesterfield se había ido, zanjando cualquier posibilidad de reconciliación.
No, no pienses.
Sin embargo, con mucho pavor, notó como las torres de frialdad caían estrepitosamente a sus pies. Debía irse, mas su cuerpo no supo reaccionar, o la orden llegó tarde porque de pronto notó como era empujada hacia el colchón y quedándose sin aire de sus pulmones cuando lo vio.
Harry confuso y creyendo que había entrado un intruso a su habitación, no dudó, pese a que lo dominaba un dolor punzante en la cabeza, se abalanzó hacia la persona que soltó un gritito cuando la empujó abajo, punzando más sus sienes. Dicha molestia hizo que tardara en darse cuenta de la realidad.
- ¿Catherine? – la joven cuyos ojos estaban bien abiertos eran los mismos de su amiga.
Escéptico a lo que estaba viendo, tardó en asimilarlo, tardó en asimilar que el cuerpo que tenía debajo del suyo pertenecía a ella. Aunque su mente luchaba contra el dolor, su cuerpo la sentía. Más no se acordaba el por qué debería alejarla de él, de su cuerpo. Lo tentaba caer sobre ella. Era...
- ¿Qué haces aquí? – le preguntó poniendo cierta cordura, aunque esta estaba hecha trizas.
La aludida abrió la boca y la cerró, mirándolo con indecisión. Siempre tenía una palabra en la boca, excepto en ese momento, que no sabía qué decir salvo aclarar la razón de su delito. Decidió decirle la verdad.
Parte de ella.
- Lo encontré en el camino tirado e inconsciente. No reaccionaba, y lo llevamos a su casa para que lo atendiese el médico.
Reunió toda su voluntad para alejarse y dejar que respirase. Las palabras entraron en su mente. Sí, ahora lo recordaba. Se había emborrachado hasta caer en la inconsciencia. Por culpa de...
De su esposa.
- ¿Quiénes? – parecía que había tenido público.
Catherine no entendió la pregunta, aunque contestó.
- El señor Terrance, un par de mozos, mi hermana y yo.
- Entonces, me habéis presenciado con mis mejores galas – dijo con ironía e hizo una mueca.
- Harry...
Era la primera vez que la escuchaba decir su nombre. Pero estaba teñido por la compasión y pena que él no quería. Ni deseaba recibir. Sobre todo, de ella.
- Es mejor que te vayas – su voz destilaba la mayor frialdad que había escuchado de él –. Como habrás visto, no estoy bien y podía hacerte daño del que me pudiera arrepentir.
Catherine notó el corazón latir deprisa, sabiendo que aún las consecuencias no la habían alcanzado. Ni la habían rozado. Se puso en pie y no pudo evitar, mirarle.
No era su asunto.
No era nada suyo.
Cómo podía negarse al verle tan destrozado y perdido. ¿Tan malvada era? Sin embargo, él desconocía que había descubierto el contenido de su carta. Desconocía que lo sabía. Se reprimió y se clavó las uñas en sus palmas.
No era nada suyo.
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Perdón por tan poco 🙏🙏🙏🙏
Tengo la inspiración espesa
🥲🥲🥲🥲
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No soy como ella (Volumen 2)
Historical FictionA veces el azar caprichoso o el destino marcado desde que uno nace, no le da opción a elegir, siendo una marioneta de unas manos que desconoce. Sin embargo, el amor, nadie elegía de quien se enamoraba porque en el corazón nadie mandaba sobre él. L...