No podía dormir.
Por más que cerrara los ojos le fue imposible conciliar el sueño, este le estaba siendo esquivo. Muy esquivo. Se irguió en la cama y se fijó a través de la ventana que todavía no había amanecido. Intentó no despertar a Alice y se cogió un chal para abrigarse. Hacía algo de frío en la habitación. Su hermana pequeña sí que había podido dormir tras regresar del festejo, se había quedado con ella. Aunque no había terminado, su familia decidió en recogerse. Ahí estaba, deambulando como un fantasma porque no se le podía quitar de la mente esas imágenes impúdicas. Quizás, no habría sido tan impactantes, si él no hubiera estado en la ecuación, si no fuera quien había pillado en el acto íntimo con esa mujer.
Bajó hacia la cocina donde no había ningún sirviente levantado. Aún no era hora que se despertaran, así que se encargó ella misma de hacerse un té. Mientras esperaba que el agua se calentaba, se masajeó los músculos de su cuello. Lo tenía tenso. Claro, no había dormido y había estado inmóvil en el colchón, queriendo dormir y no lo había hecho. Suspiró y miró sin mirar lo que tenía delante. Dentro de poco, iba a comenzar un nuevo día. Como otro. Si nada extraordinario en él salvo escuchar los sermones de su madre. Cuando la tetera empezó a silbar, tuvo el cuidado de apartarla y echarse en una taza con la infusión. No se la tomó en el momento, perdida en sus pensamientos.
¿Por qué no lo golpeó cuando se le acercó y la agarró de esa forma? Un escalofrío recorrió por su espalda que no tenía que ver con el frío y se enfadó consigo misma, afectada más de la cuenta. Porque no podía olvidarlo. Porque no se lo podía quitar de la mente, y ahora recordaba como se le había acercado, a punto de... después de que hubiera estado con esa mujer.
¿Por qué no lo apartó?, se preguntó furiosa y se tomó la taza hirviendo.
¡Basta!
Estaba tan caótica con sus pensamientos que cuando cogió la taza de té, se quemó con el primer sorbo.
- ¡Maldi...! – rápidamente se echó en un vaso agua fría y bebió, aun así, sentía la lengua escaldada. Se apoyó en la encima, tranquilizándose, aunque no era una sensación agradable.
Unos minutos después, a su espalda oyó de fondo los relinchos de un caballo.
¿Un jinete? Curiosa, abrió la ventana de la cocina, pero no pudo ver nada. Estaba el cielo con tintes oscuros. Cerró la ventana y se volvió a la posición de antes, intranquila. Era una posibilidad habérselo imaginado. Podía ser. Se tomó el té cuando este se enfrió un poco, mas la sensación de inquietud no desapareció. Cuando acabó, estuvo un rato más antes de regresar a la habitación. Cogió el candil y reanudó los pasos de antes pasando por el vestíbulo de donde atisbó una cosa en el suelo. No le hubiera dado importancia si no fuera porque no lo había visto cuando se adentró en la cocina. Se acercó más y le sorprendió ver que era una carta. La recogió y abrió los ojos como platos al leer que iba dirigida a ella. Creyó que se había equivocado.
¿Quién osaría en enviarle una carta, y más deslizándola por la puerta como un intruso? Tuvo la idea de tirarla, sin embargo, intuición o impulso la espoleó a que le abriera y descubriera su contenido. Con el corazón encogido, se sentó en el escalón y abrió la carta, rompiendo el lacre con que la cerraba.
Los latidos salieron disparados.
Era de Harry.
Ahí, en medio del silencio y sola, fue cuando supo que Harry se había ido del pueblo.
Otra vez.
ESTÁS LEYENDO
No soy como ella (Volumen 2)
Historical FictionA veces el azar caprichoso o el destino marcado desde que uno nace, no le da opción a elegir, siendo una marioneta de unas manos que desconoce. Sin embargo, el amor, nadie elegía de quien se enamoraba porque en el corazón nadie mandaba sobre él. L...