A veces el azar caprichoso o el destino marcado desde que uno nace, no le da opción a elegir, siendo una marioneta de unas manos que desconoce. Sin embargo, el amor, nadie elegía de quien se enamoraba porque en el corazón nadie mandaba sobre él. Libre como un pájaro, salvo que estuviera enjaulado... entonces ya no era libre. ¿O sí? Desafortunadamente, ¿el amor era la fuerza que lo superaba todo, más allá del destino? ¿El amor verdadero podía llegar a morir?