Para unos, las semillas plantadas iban floreciendo como fruto de la propia naturaleza; siguiendo el curso de la vida. No obstante, para otros, era el principio del final. Harry Chesterfield no tuvo dudas de ello cuando ordenó:
— Empacad mis pertenencias en los baúles.
Los sirvientes se extrañaron de la orden porque no habían tenido conocimiento de que realizaría un viaje, siempre avisaba con antelación.
— Pero, señor, ¿ahora? — todavía estaba amaneciendo —. ¿La señora se ha despertado?
Una sonrisa sardónica comenzó a dibujarse en su boca para terminar en una mueca furiosa que cerró sus labios.
— No molestéis a vuestra señora; está ocupada en este mismo momento— giró sobre sus pasos hacia el despacho, pero antes de hacerlo —. Ni hace falta que le digáis nada más tarde; viajaré solo.
No se entretuvo más tiempo, ni en dignarse a dar explicaciones. No era habitual que su señor hiciera viajes por su cuenta cuando siempre lo había hecho acompañado por su esposa. Sin embargo, esa mañana todo cambió. Fue así, el regreso de lady Chesterfield a la casa, confirmándoles que no había estado durmiendo, ni había pasado la noche en el hogar y la salida de lord Chesterfield, les dieron las suficientes claves para entender que aquello no andaba bien.
El matrimonio no era tan idílico como antaño. ¿El por qué de ello? Solo lo sabían los propios dueños.
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No soy como ella (Volumen 2)
Ficción históricaA veces el azar caprichoso o el destino marcado desde que uno nace, no le da opción a elegir, siendo una marioneta de unas manos que desconoce. Sin embargo, el amor, nadie elegía de quien se enamoraba porque en el corazón nadie mandaba sobre él. L...