Muero de ganas por saberlo

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- Uno, dos, tres, cuatro...- contaba Claudia en su cabeza. Necesitaba calmarse, los nervios la tenían en tal histeria que olvidó como hacerse una cola de caballo.

Tomo el cepillo de pelo y la vandita para su cabello e intento levantarse el espeso cabello negro, al lograrlo, se miró en el espejo e intentó sonreír. La falda a cuadros de un verde espantoso le quedaba un poco más arriba de la rodilla, pero las medias blancas le cubrían las piernas. La camisa blanca estaba sujeta hasta el cuello y adornada con una corbata con el mismo diseño de la falda y estaba segura que el saco negro la protegería del frío de otoño que amenazaba con llegar.

No se sentía cómoda con aquel uniforme. Nunca en su vida había usado un uniforme, ni siquiera había ido a la escuela. Todo lo que sabia lo había aprendido gracias a la institutriz que la abuela le había contratado para que le enseñara. Desde pequeña, Cornelia había sido quien le había mostrado el mundo como ella lo conoce ahora. Si hay algo más, es totalmente un universo paralelo.

Claudia se sentía en un universo paralelo. ¿Cómo la tratarían sus compañeros? ¿Cómo se comportaría ella con ellos? No sabía que pensar ni que hacer.

_ ¿Puedo pasar?_ la voz de Samuel se escucho tras la puerta después de que unos nudillos sonaran sobre ella.

_ Por supuesto._ le respondió.

Samuel entro a la habitación. Llevaba puesto el mismo traje que ella, solo que en vez de una falta, era un pantalón, y tenia el pelo rubio revuelto. Un sentimiento de envidia recogió a Claudia. Su primo se veía espectacular con el pelo sin arreglar y la idea de ser la única en la familia con el pelo negro, la hacia sentir inferior.

_ Mamá dice que bajes a desayunar. Ella quiere despedirse de ti en tú primer día._ explicó.

_ Imagino que esta muy emocionada._ dijo Claudia con desdén.

Sam notó que su prima no estaba muy animada con la idea de ir a la escuela. Se había dado cuenta desde ayer, pero se lo guardó para si.

_ Vamos Clau, no te desanimes. Si no te aceptan, todos nosotros estaremos allá._ se acercó a ella y la tomó de los hombros para animarla.

_ ¿Todos?

_ Pues si. En el instituto estudiamos todos, a excepción de Johnson, Milton, Gustavo y Nicolay están en su ultimo año y Roxán en el penúltimo...

_ Roxán estará allá._ dijo Claudia interrumpiendo a rubio.

_ Es lo que he dicho. Anda ya, vamos a desayunar._ Sam volvió a tomar a Claudia de los hombros y la obligó a salir de la habitación.

Cuando llegaron al comedor, Claudia se sintió aturdida al volver a ver aquella mesa de cristal que solo tenia ocho sillas con el mismo diseño. La noche anterior se sintió extrañada de que existieran mesas de ese tipo y ahora solo podía pensar que nunca se acostumbraría a ello.

_ Te ves preciosa._ la alagó Karla, sentada junto a su tío a la cabeza de la mesa.

_ Te hemos estado esperando para desayunar._ dijo John borde, sin importarle en lo más mínimo como le quedaba el uniforme escolar a su sobrina.

_ ¡Oh, vamos John! Dijiste que no la harías sentir insegura._ Karla zarandeó a su esposo._ Es su primer día de clases, ¿no ves lo nerviosa que esta?

Claudia todavía seguía parada mirando la escena sin tomar lugar en la mesa, tenia miedo de que al sentarse, la silla de cristal se rompiera en mil pedazos. John la miró y se dió cuenta a que se refería su esposa.

_ Toma asiento._ le ordenó y ella obedeció._ No te preocupes, el primer día no es nada del otro mundo.

Claudia estaba asombrada de las únicas palabras de aliento que le había dedicado su tío desde que llegó a esa casa, algo secas, tenia que admitir, pero eran algo.

El secreto de mi abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora