¿Quién cuidará de mi?

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Ver la mansión Rochesterd en el día era algo espléndido. Era como viajar en el tiempo.

Entrando por la puerta principal, Iris observó el enorme reloj que indicaba el tercio de la mañana. Los mosaicos de estilo imperial que adornaban el piso, los enormes ventanales donde se podían ver los rosales desde dentro y a todos sus sobrinos en el césped conversando.

Cada vez que entraba a la mansión se sentía como la primera vez que estuvo allí. Aquel día que su madre adoptiva la recogió del orfanato y la trajo a vivir allí. Recordaba las sonrisas de sus hermanos y el grito de alegría de la madre de Claudia.

Ese día Iris estaba nerviosa, en él auto le habían dicho que tendría más hermanos que nunca pero al llegar solo vio chicos que le sonreían en señal de bienvenida. La única persona que se lanzó a por ella en un gran abrazo fue Julia Rochesterd. "Siempre quise una hermana" fueron las palabras que dijo Julia mientras la abrazaba.

Pero ya Julia no estaba, y ahora tampoco su madre adoptiva. Iris sólo estaba rodeada de hombres que le sonreían amistosamente y luego hablaban mal de ella a sus espaldas.

Pasaron el largo pasillo y llegaron al salón donde hacer unas horas estaban todos reunidos llorando a su madre, luego llegaron al enorme comedor donde sus otros tres hermanos la esperaban junto con sus cuñadas.

_ Espero que tengáis una buena razón para tomar esta desición_ soltó Iris antes de llegar a la mesa y tomar su lugar a un lado de Katherine, la madre de Roxan. Nicolás, quién había salido a buscarla al jardín y la habia acompañado todo el trayecto hacía el comedor, hizo lo mismo.

_ Por favor Iris, esto es una reunión. No vamos a discutir._ intervino Lucas que estaba sentado a la cabeza. Él era el mayor de todos ellos, había estudiado comercio y estaba al frente de todas las empresas que pertenecieron al señor Rochesterd.

_ No vengo dispuesta a discutir, hagan lo que vayáis a hacer para marcharme de aquí. _ continuó Iris con tono español, obviamente molesta.

_ Estamos aquí por el asunto de la herencia. _ informó John, era el segundo de los hermanos y también el abogado de la familia. _ El testamento nos deja a cada uno al mando de las empresas de nuestro padre, pero toda la fortuna de Layla Franz de Rochesterd le pertenece a Claudia. _ el tono de John parecía tan frío borde que Iris rodó lo ojos.

_ ¿Cómo sois capaz referirte a tu madre y a tu sobrina de esa manera?

_ Iris por favor, dejanos continuar._ Katherine la miró suplicante, también ella sentía un gran aprecio por la joven. Era la mejor amiga de su única hija y ella dos eran las únicas herederas femeninas de la familia. Iris era adoptada y no quería nada que tuviera que ver con la fortuna de su familia adoptiva y Julia se había muerto antes que su madre. Katherine quería terminar con esa estupidez tanto como ella.

_ Vale._ dijo la pelirroja algo borde.

_ La mansión, la pastelería y la guardería le pertenecen a Claudia. _ continuó John. _ Y toda la fortuna de nuestra madre, pero ella es menor de edad y uno de nosotros se tiene que hacer cargo de ella hasta que tenga la mayoría de edad.

Un silencio sepulcral se creó entre los presentes y todos miraban a Iris esperanzados.

Esa fue la razón por la que la citaron, ninguno quería hacerse cargo de la adolescente y esperaban que ella aceptara. Pero ella no lo haría.

_ No piensen que seré yo._ dijo decidida e incluso sin el acento para que les quedara claro. _ Ella necesita compañía de ustedes y una familia de verdad. Yo no le puedo dar eso.

_ Tanto a precio le tienes a la hija de Julia pero no estas dispuesta a hacerte cargo de ella._ dijo Ricardo, el tercero de los hermanos. _ Sabes perfectamente que no alimentaremos a la hija de ese hombre.

El secreto de mi abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora