Niña mimada

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Salio del auto y sintió como la brisa cálida la envolviera de inmediato. Era extraño como el cielo estaba totalmente gris y no caía ni una gota de agua, pero ella no se quejaba de ello, le gustaba aquel clima, le recordaba las grises y profundas tardes de Europa, en las que el aire era húmedo y caliente a la vez.

Camino por la enorme entrada y saludó al portero con un cabeceo. Le daba nostalgia estar en ese lugar, una hermosa nostalgia. Recordar los momentos felices que tubo e incluso los que no eran felices, la hizo sonreír mientras caminaba por el pasillo en dirección a la oficina del director.

_ Buenos días señorita Rochesterd._ le saludó la secretaria, ella le sonrió.

_ Buenos días._ sabía perfectamente que no debía de parecer feliz. Había ido allí por una situación muy seria, o eso le había informado su hermano. Pero era inevitable para ella sonreír, incluso, cuando estaba tan feliz._ El director me ha enviado un recado, ¿puedo pasar a verle?_ preguntó.

_ Por supuesto, ya la están esperando a dentro.

La secretaria hizo un ademán de ponerse de pie, seguramente para acompañarla a la oficina del director pero ella se le adelanto.

_ Descuida, conozco el camino._ dijo, haciendo que la mujer se volviera a sentar antes de poder reclamar. Iris emprendió camino a la oficina del director, dio un ligero toque en la puerta y entró sin esperar respuesta, justo como solía hacer cada vez que había sido llamada a ese lugar._ Buenos días._ dijo al entrar.

Observó la habitación, estaba exactamente igual a como la recordaba, toda burócrata y enorme. El escritorio de madera muy elegante, en el centro de la habitación y los libros colocados en orden alfabético junto a la pared. Solo una cosa adornaba la habitación y la hacía parecer brillante y asombrosa, eso, eran los enormes ojos azules de su sobrina, que miraba a su alrededor con una pizca de emoción y al mismo tiempo de miedo.

Ella era igual que su madre, asustada por haber hecho algo que no debía, pero al mismo tiempo emocionada por haber experimentado algo nuevo. Claudia, estaba sentada en una silla frente al director y a su lado habían dos personas más. Un chico de pie, parecía estar molesto, tenia sus manos apoyadas en la silla junto a Claudia, donde, estaba sentado un hombre que tenia la misma expresión que él.

_ ¿Donde esta John?_ preguntó el director, sin devolverle el saludo. Iris rodó los ojos.

_ No va ha venir. Le ha surgido un imprevisto y me ha pedido de viniera a sustituirlo._ explicó ella, luego sonrió al director, divertida._ Pues claro, con mucho gusto acepté.

El director lanzó un bufido y Claudia le sonrió, ella no dudó en devolverle la sonrisa.

_ Entonces imagino que vas a manipular la situación a tu antojo._ el hombre que estaba sentado junto a Claudia se giró a verla y ella lo pudo reconocer. Era uno de los millonarios, amigo de la familia Rochesterd desde hace años, también es amigo de Lucas Rochesterd, no por negocios, sino por los años que vivieron juntos en su infancia. Iris lo conocía muy bien, tanto como él a ella.

_ Claudia, ¿me permitís sentarme un momento?_ Claudia asintió y le cedió la silla. Iris lanzó un suspiro divertido, si Matt estaba sentado en esa oficina, era porque algo sin importancia había sucedido. Siempre hacia parecer lo más insignificante una montaña de problemas. Mattwe McCornell era el ser mas dramático y estricto del mundo. _ Me vais a decir lo que ha pasado o tendré que adivinarlo._ Iris habló, esperando que alguno de los adultos presentes quitaran el ceño fruncido que llevaban, pero nadie lo hizo, ni siquiera el joven Drake, que parecía aferrado a tener la misma horrenda y amargada cara que su padre.

_ Esto no es un juego Irisbel, tu sobrina a cometido una falta terrible._ habló Matt serio y con voz profunda, Iris trataba de contener con todas sus fuerzas la necesidad de reírse._ Golpear al único heredero de la familia McCornell puede llevar a tu familia a juicio.

El secreto de mi abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora