Todos tenemos una historia familiar complicada, de la que nos avergonzamos o no enorgullecemos. Mi familia no es la excepción a esa regla.
Mis madres, si madres plural, y mi padre estuvieron en mi vida siempre para apoyarme, si me rompía una pierna, si se me caía un diente, si me hacían bullying en la escuela y mucho más. Mi madre biológica, Sarah, y mi padre Daniel se conocieron en secundaría. Se conocieron en un grupo de apoyo LGBT de su escuela, el chico gay seguro de su sexualidad y la chica lesbiana insegura, solitaria y reprimida por padres que se avergonzaban de ella.
Me gustaría decir que se agradaron al instante pero no fue así, mamá consideraba a mi padre demasiado irritante para la Sarah de dieciséis años que se estaba revelando ante el mundo. Luego de muchos meses de verse a diario se volvieron amigos y luego los mejores, se contaban todo, amores, chismes, hablaban de música, de lo que mamá nunca podría decirle a sus padres y más, cada cosa en sus vidas no pasaba sin que el otro estuviera para compartirlo. Y yo no fui la excepción.
Como ninguno iba a poder tener hijos sin el otro, ya sabrán de anatomía, ellos decidieron comenzar una familia juntos y de esa hermosa decisión nací yo. Olivia West-Miller, una hermosa bebé de tres kilos y medio, cabello castaño y ojos avellana.
Se preguntarán, si son madres plural ¿De dónde salió la otra? Pues es algo simple en realidad, cuando tenían veintisiete años ellas se conocieron en un café en París.
Nora estaba sentada tomando un té y con un libro en las manos sentada junto a la ventana, por lo que me cuentan ella estaba hermosa con una remera a rayas, campera de jean y un pantalón que combinaba. Usaba anteojos para leer, tenía el pelo corto hasta la mitad de su cuello y ese día lo usaba recogido desde la mitad para arriba con una media cola.
Mamá estaba junto con papá tomando el café y él vio que ella no la paraba de mirar con una cara atontada. Yo tenía apenas un año de vida y estaba junto a ellos en mi carrito.
—Ve a hablarle. —dijo mi padre con confianza.
—No puedo. —se mordía las uñas nerviosa mientras la miraba de reojo.
—¿Por qué no?
—¿Qué le voy a decir?
—Hola, mi nombre es Sarah Miller.
—Luego le diría: Ves al chico que está ahí con la bebé más linda del mundo, bueno ese es mi mejor amigo gay y nuestra hija Olivia de un año. —lo dijo con un claro sarcasmo.
—Exacto.
—Parece que estoy loca o haciendo una broma muy rara y sin sentido.
—No te preocupes, si no quiere nada nos vamos al Museo del Louvre a continuar con el recorrido.
—Gracias por el apoyo Dani. —dijo con molestia.
—¿Qué quieres que te diga? Corre, escóndete bajo una piedra y no salgas de ahí. ¿Qué ejemplo serías para Olivia?
—No hagas eso, no me chantajees emocionalmente con nuestra hija.
—Pero funciona.
—Mierda. —volteó a mirarla con disimulo para verla y miró a papá. —Deséame suerte.
—Estarás bien. —papá acomodó el pelo rubio rojizo de mamá y le dio un beso en la mejilla.
Muy nerviosa y escéptica a que termine bien la conversación ella fue hasta la ventana y saludó a la hermosa mujer pero ella no se molestó en prestarle atención.
Miró a papá muy confundida y la volvió a saludar.
—¿Qué hago? —dijo con los labios y apretando los hombros —¡Hola! —con una sonrisa en su rostro.
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El efecto de la chica nueva (+18🔥)
Teen FictionOlivia se muda a los Ángeles desde Nueva York, junto con sus dos madres y su padre. Todo comienza cuándo a su madre adoptiva le dieron el puesto de directora en una nueva escuela, Olivia tendrá qué asistir a ella llevándose en el trayecto muchas exp...