Capítulo 1 - ¡Llegué Los Ángeles!

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Llegamos a Los Ángeles, mis madres se fueron una semana antes que nosotros para arreglar asuntos con la casa, desempacar y varios trámites. Aproveché todo lo que pude esa semana y me despedí de mis amigos, empaqué algunas cosas y recorrí todo lo que pude Nueva York despidiéndome del lugar donde viví toda mi vida.

Cuando aterrizamos empezó la ola de calor que recorría mi cuerpo haciendo que caiga una gota de sudor lentamente por mi cuello, que mi garganta se sienta seca por el calor pero no todo lo que veo y siento es malo. Hay muchas personas, no tantas como Nueva York pero sí en gran cantidad; todo es muy hermoso, colorido y la playa me atrae como un imán pero igual tenemos que ir a casa a desempacar.

—¿Podemos bajar y saltarnos la mudanza?

—Eso quisiera pero tú madre me colgaría, ella no te ve hace una semana. —él habla de Sarah, ella es como un general y quiere todo perfecto y a tiempo.

Es verano, aunque esta llegando a su fin hace mucho calor. En Nueva York no lo notaba tanto ya que en cada edificio hay aire acondicionado pero acá la mejor forma de bajar el calor es ir a la playa y meterse a las refrescantes aguas.

Al llegar a casa mamá estaba en la entrada plantando unas flores.

—¡Hola mamá! —corría a ella con mucha emoción, no la veía hace una semana y eso me pareció una eternidad.

—¡Hola! —deja lo que hace y corre hacia mí para devolver mi abrazo —¡Nora, llegaron! —le grita mientras sigue abrazada a mí.

Mamá estaba en la casa acomodando nuestro librero porque si alguien toca además de ella o de mí es probable que pierdan la mano. Ella me enseñó a tener un profundo amor por los libros y culturas de todo el mundo.

Salió de la casa y hubo un abrazo familiar muy agradable y entramos a la casa. Somos muy unidos los cuatro, soy una chica muy consentida. Dicen que los hijos únicos son mimados, imaginen eso y súmenle un padre más.

Fui directo a mi cuarto, es hermoso y amplio, le entra mucha luz. Desempaqué mi ropa pero no quiero decorar nada todavía.

Bajé a la cocina y veía a mis padres felices así que el estar molesta por la mudanza se me hacia imposible. Si ellos tres son felices con nuestra nueva vida en Los Ángeles, ¿Qué tan malo puede ser estar aquí?

Mi estomago ruge como un león por no haber comido desde antes del vuelo.

Nos sentamos a comer unos sándwiches de carne que hizo papá que estaba muy rico, se me hace agua la boca con cada bocado. Esta es la mejor ventaja de que papá sea chef profesional, cada bocado es el cielo hecho comida.

Comí en silencio mientras ellos hablaban de diversos temas. Al terminar el almuerzo subo a mi habitación para cambiarme de ropa y tomar mi cámara de fotos. Bajo las escaleras con un short, remera amplia, sandalias y una mochila donde tengo protector solar, agua, una toalla y unos lentes para el sol.

—Voy a ir a la playa a conocer y tomar fotos. ¿Quieren ir?

—Me encantaría pero no puedo Oli, tengo que ir a ver el nuevo restaurante. —dice papá mientras ve unos papeles.

—Okey, suerte con eso. ¿Mamás?

—No podemos linda, Nora tiene que terminar de desempacar y yo tengo que terminar con el jardín.

—De acuerdo. ¿Puedo llevarme el auto?

—Sí, disfruta y ten mucho cuidado.

—Lo tendré.

Tomé las llaves del auto y me dirigía a la playa con alegría. En el camino bajó las ventanas y disfruto del viento que entra por ella, la vista es hermosa, muy colorida, con alegría y mucha vida.

El efecto de la chica nueva (+18🔥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora