Capítulo 4

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- No importa, entonces... ¿Te veo esta noche?

- Espera, espera, ¿empiezo hoy?- Mi boca se abrió y me acerqué más a él.

- Si, cuanto antes entres antes te adaptarás, además, así puedes renunciar antes de dejar tu trabajo.

- Pero... no tengo la ropa... no tengo- No pude acabar la frase ya que sonó mi timbre.- No se quien puede ser...- Murmuré acercándome a la puerta.

Abrí la puerta y un cuerpo me impedía la vista, levanté los ojos y vi su pelo blanco. Todo su cabello caía desordenado sobre su pálido rostro, sus ojos verdes asomaban entre su sombreado negro y todo eso complementado por un cuerpo escultural que se cubría con una sudadera azul y unos vaqueros rotos.

- ¿Qué haces aquí?- Mateo estaba pegado a mi espalda. Parecían dos columnas enormes que me hacían sentir pequeñaja.- ¿No estabas en el local?

- Si, pero te llamaba y no me respondías- Se quejó- Tuvimos problemas con un grupo de chavales, la policía se los ha llevado pero una bailarina se quiere ir.

- Voy para allá- Me puso una mano en el hombro.- Lisa, este es Samuel, mi compañero, te acompañará a comprar lo que necesites, ah- Se giró antes de salir por la puerta- Todo corre por nuestra cuenta.

Mateo salió corriendo y nos dejó a Samuel y a mí en la puerta, en silencio.

- Emmm- Me rasqué la nuca recomponiéndome- Pasa en lo que cojo las cosas, tardo un minuto. 

Le hice pasar y fui a mi cuarto a por la cartera y una chaqueta. Samuel estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados, en cierta forma tenían un aire similar aunque los sentía muy diferentes.

- ¿Nos vamos?- Los ojos esmeralda de Samuel me pillaron escaneándole- Se que estoy bueno pero no puedo perder el tiempo.

- Estés o no bueno acabas de joderlo con tu boca, mejor haberte quedado callado- Rodé los ojos y abrí la puerta ante su mirada de asombro.- Vamos.

Cuando salí pude oír la risa de Samuel por detrás.

Me invitó a subir al coche y condujo con la música puesta, la verdad, no se donde iba ni si me iban a secuestrar, pero aunque peleara no podría con él.

Una música conocida comenzó a sonar en la radio y sin permiso subí el volumen. La música sin cantarla no era música, esa era mi filosofía.

- "I wanna be your slave, I wanna be your master, I wanna make your heart beat run like rollercoasters..."- Cantaba a todo pulmón con mi inglés chapurrero.

Los ojos de Samuel se turnaban entre la carretera y yo, pero no me importó, la música me encantaba y esa canción era de mis favoritas. Samuel bajó el volumen en la mejor parte y le asesiné con la mirada.

- No puedo cantar o que- Me quejé pero noté como sonreía- ¿Te hace gracia?

- Si, y mucha- Apagó el motor y se desató el cinturón- Pero hemos llegado y no quiero perder el tiempo.

Miré a mi alrededor. Estábamos en una calle de tiendas pequeñas y escondidas, mi teoría de que me querían matar se acercaba cada vez más. Bajé del coche y seguí a Samuel hasta una tienda de ropa. 

Una mujer mayor nos recibió, a Samuel le dio dos besos y a mí me revisó de arriba a abajo.

- ¿Camarera o bailarina?- La mujer tenía un acento Italiano muy marcado.

- Camarera- Respondió Samuel por mí. La mujer se perdió en la trastienda y volvió con una bolsa grande llena de cosas. Se la dio a Samuel y se despidió de nosotros.

Mío y tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora