Capítulo 6

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Firmé y, no se porque, pero sentí que cambiaba la historia...

Ahora empezaba un nuevo mundo... ¿podré encajar?

Mateo me observó sonriente. Unas pocas reglas que teníamos eran las siguientes:

1. El sumiso siempre irá si la ama le llama.

2. El sumiso debe respetar y nunca alzar la voz a la ama.

3.  En la privacidad, el sumiso nunca debe de estar a la altura de la ama.

4. El sumiso siempre llevará una cinta atada en su cintura, oculta a la vista, que representará que es de la propiedad de la ama.

Etc

Había unas 20 normas. 

Mateo no tardó mucho en bajarse del sofá y sentarse en el suelo. Una sonrisa de poder inundó mi rostro y di dos palmadas en mi pierna. Mateo, vestido con su traje y un cuerpo tan grande, anduvo a cuatro patas hasta poner su cabeza sobre mis muslos. 

Me pude sentir poderosa y comencé a acariciarle la cabeza cómo si fuera un cachorrito. Le tomé del pelo de la nuca y tiré haciendo que levantara la cabeza, acaricié el contorno de su cara y paré en sus labios. 

- Muy bien cachorrito, ¿Qué te parece el comer juntos?- Asintió con la cabeza y sonreí.

Nos quedamos un rato en esa posición viendo la tele, era más cómoda de lo que parecía. Cuando eran ya las 9:30 de la mañana Mateo se despidió y se fue dejándome sola. Decidí ser algo productiva y ponerme a colocar lo del día anterior.

Me cambié de ropa poniéndome una camiseta larga de dormir y me limpié los restos de maquillaje. Me recogí el pelo con una goma (de poco sirve si se te acaban escapando alguno por la cara) y comencé el trabajo.

Una vez la ropa estaba guardada en una zona del armario y las tazas y vasos metidos al lavavajillas decidí hacerme un rico plato de espaguetis para comer. En lo que preparaba la pasta para cocer mi teléfono comenzó a sonar. Lo busqué entre los cojines hasta que pude verlo, Elías salía en grande en la pantalla.

- Dime guapetón, ¿Cómo te va la vida?- Puse el teléfono en altavoz y continué con la comida.

- Pues estoy fatal, dime que puedo emborracharte por la tarde...- Su voz sonaba tristona. 

- Claro, si quieres compra algo de alcohol y ven para mi casa, te invito a comer- Eché suavemente los espaguetis en la hoya y preparé otra para la salsa.

- ¿Entrar en tu leonera? Ni borracho.

- No te invitaría si no estuviera decente, no me seas estúpido y ven.

Al final accedió y continué cocinando. Una vez preparado todo me di cuenta que aún era muy temprano así que me tiré en el sofá y puse música. Mis ojos se sentían cansados así decidí dejarlos dormir...

El timbre sonaba insistentemente y me acabó despertando. Miré el reloj que marcaban las dos y media de la tarde y, bostezando, me levanté. Al abrir la puerta vi dos caras, y no por que viera doble, si no porque invité a dos a la vez... mierda...

- Creo que me olvidé de coordinarme mejor...- La cara de enfado de Elías contrastaba con la cara de confusión de Mateo.

- Si es algo importante me puedo ir y verte en la noche Lis- Mateo nos miraba a ambos y yo me rasqué la nuca pensando, sabía que se lo había dicho antes a el pero... creo que Elías me necesitaba en ese momento.

- Si, lo siento Mateo... ¿Me recoges esta noche?- Él asintió y moviendo la cabeza se despidió.

- ¿En serio?- Elías estaba ofendido pero le hice un gesto para que pasara- Has quedado con él.

Mío y tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora