Firmé y, no se porque, pero sentí que cambiaba la historia...
Ahora empezaba un nuevo mundo... ¿podré encajar?
Mateo me observó sonriente. Unas pocas reglas que teníamos eran las siguientes:
1. El sumiso siempre irá si la ama le llama.
2. El sumiso debe respetar y nunca alzar la voz a la ama.
3. En la privacidad, el sumiso nunca debe de estar a la altura de la ama.
4. El sumiso siempre llevará una cinta atada en su cintura, oculta a la vista, que representará que es de la propiedad de la ama.
Etc
Había unas 20 normas.
Mateo no tardó mucho en bajarse del sofá y sentarse en el suelo. Una sonrisa de poder inundó mi rostro y di dos palmadas en mi pierna. Mateo, vestido con su traje y un cuerpo tan grande, anduvo a cuatro patas hasta poner su cabeza sobre mis muslos.
Me pude sentir poderosa y comencé a acariciarle la cabeza cómo si fuera un cachorrito. Le tomé del pelo de la nuca y tiré haciendo que levantara la cabeza, acaricié el contorno de su cara y paré en sus labios.
- Muy bien cachorrito, ¿Qué te parece el comer juntos?- Asintió con la cabeza y sonreí.
Nos quedamos un rato en esa posición viendo la tele, era más cómoda de lo que parecía. Cuando eran ya las 9:30 de la mañana Mateo se despidió y se fue dejándome sola. Decidí ser algo productiva y ponerme a colocar lo del día anterior.
Me cambié de ropa poniéndome una camiseta larga de dormir y me limpié los restos de maquillaje. Me recogí el pelo con una goma (de poco sirve si se te acaban escapando alguno por la cara) y comencé el trabajo.
Una vez la ropa estaba guardada en una zona del armario y las tazas y vasos metidos al lavavajillas decidí hacerme un rico plato de espaguetis para comer. En lo que preparaba la pasta para cocer mi teléfono comenzó a sonar. Lo busqué entre los cojines hasta que pude verlo, Elías salía en grande en la pantalla.
- Dime guapetón, ¿Cómo te va la vida?- Puse el teléfono en altavoz y continué con la comida.
- Pues estoy fatal, dime que puedo emborracharte por la tarde...- Su voz sonaba tristona.
- Claro, si quieres compra algo de alcohol y ven para mi casa, te invito a comer- Eché suavemente los espaguetis en la hoya y preparé otra para la salsa.
- ¿Entrar en tu leonera? Ni borracho.
- No te invitaría si no estuviera decente, no me seas estúpido y ven.
Al final accedió y continué cocinando. Una vez preparado todo me di cuenta que aún era muy temprano así que me tiré en el sofá y puse música. Mis ojos se sentían cansados así decidí dejarlos dormir...
El timbre sonaba insistentemente y me acabó despertando. Miré el reloj que marcaban las dos y media de la tarde y, bostezando, me levanté. Al abrir la puerta vi dos caras, y no por que viera doble, si no porque invité a dos a la vez... mierda...
- Creo que me olvidé de coordinarme mejor...- La cara de enfado de Elías contrastaba con la cara de confusión de Mateo.
- Si es algo importante me puedo ir y verte en la noche Lis- Mateo nos miraba a ambos y yo me rasqué la nuca pensando, sabía que se lo había dicho antes a el pero... creo que Elías me necesitaba en ese momento.
- Si, lo siento Mateo... ¿Me recoges esta noche?- Él asintió y moviendo la cabeza se despidió.
- ¿En serio?- Elías estaba ofendido pero le hice un gesto para que pasara- Has quedado con él.
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Mío y tuya
Novela JuvenilUna vida monótona nunca fue lo suyo, siempre prefería encontrar diversión aunque hasta de eso se cansó. Ahí conoció un nuevo local, uno que nunca había existido en esa ciudad y sin lugar a dudas ella irá. Un mundo nuevo se abrió en sus ojos, sin sab...