Mentiría si dijera que una vez estaba en la cama para dormir sentí un cosquilleo de nerviosismo y excitación por la advertencia de Steff.
Samuel se puso a mi izquierda y Steff a mi derecha. Me tuve que tumbar de lado por el escozor de mi espalda, me decidí por mirar a Samuel ya que me sentía más cómoda con él. Al cabo de un rato pude relajarme y cerrar mis ojos, dejando que el sueño me llevara.
Una caricia por mi cuello me hizo acurrucarme con lo que me diera ese placer... Mis manos no se movieron así que entre abrí los ojos, mis manos estaban atadas frente a mí con una cuerda, no me había dado cuenta de ello. Samuel tenia agarrado el nudo mientras estaba tumbado boca arriba con su otro brazo bajo su cabeza.
- ¿Qué coño hacéis?- Me quejé somnolienta intentando salir de esa trampa.
La mano de Steff se deslizó por mi cara hasta cubrir mi boca, sus labios estaban besando y mordiendo mi hombro, Samuel solo miraba y sujetaba mis manos.
- Mantente en silencio- La orden de Steff en mi oído me provocó un escalofrío.
- ¿O si no?- Murmuré picándola, ella deslizó su mano por mi cuello hasta llegar a mi pecho y pellizcar mi pezón, una corriente eléctrica me recorrió todo el cuerpo, un suspiro salió de mis labios y mi espalda se había curvado. La otra mano pasó sobre mis cicatrices y un siseo salió de mis labios, no puedo decir que me duela, más es escozor dulce.
Samuel se percató y levantó una ceja divertido. Tomó mi cara y la acercó a él, sus labios presionaron contra los míos y la herida me dolió pero no me impedía seguir besándole, tiró de mi pelo y me separó mientras veía como una gota de sangre estaba en sus labios. Lamí los mios y me percaté que me había abierto de nuevo el corte.
De pronto ambos dejaron de tocarme y, sonriendo se quedaron tumbados... ¡Eso era pasarse ya!
Lo peor era que mis manos seguían atadas y no podía deshacer ese maldito nudo. Chille exasperada y ambos rieron dándome la espalda. Pataleé y me quejé pero me ignoraron, al final me quedé dormida por cansancio.
Desperté aun atada y sin Samuel ni Steff junto a mí. Mis manos seguían atadas y me estaba empezando a enfadar. Fui a la cocina encontrándomelos tomando un café.
- Sentíos como en casa eh- Me quejé en la puerta y sus ojos divertidos me miraron de arriba a abajo.- ¿Pensáis quitármelo?
Samuel sonrió y fue hasta mí, puso mis manos tras su cuello y me tomó de los muslos para subirme a su cintura. Me llevó, ignorando mis quejas, a la isla y me sentó dejando mis manos caer en mis piernas. Empezó a deshacer los nudos con tranquilidad, Steff solo observaba y yo me había quedado muda por un segundo.
Cuando la sangre volvió a recorrerme las manos con libertar movía los dedos sintiendo un cosquilleo. En mis muñecas habían marcas de las cuerdas, mis dedos las recorrieron suavemente como si fuera un nuevo tatuaje por descubrir.
- Creo que empiezo a sacarte nuevos gustos y te iré enseñando-Samuel se apoyó a los lados de mis piernas.
- ¿Podré ver alguna?- Steff nos miró, nuestras caras estaban muy cerca, tanto que nuestras respiraciones se mezclaban.
- ¿Qué piensas Esmeralda?- Samuel llamándome así me descolocó algo pero no me disgustaba- ¿Invitamos a Steff a vernos?
Muchos contras venían a mi mente, imaginarme yo a los pies de Samuel y ella sentada en una silla observando era perturbador y excitante a partes iguales... Si iba a jugar pues apostaría todas las cartas.
- ¿Por qué no?- Moví los hombros acercando mis labios hasta rozar los suyos. Iba a jugar hasta enfadarle y desesperarle como anoche ellos a mí.
Lamí mis labios rozando los suyos son mi lengua y después puse una mano en su pecho y me separé. Nunca olvidaré esa mirada, esa que te dice que estas jugando con fuego, esa que te hace ver que lo acabas de volver adicto. Una sonrisa se dibujó en su cara y riendo se echó para atrás mientras pasaba su mano por el pelo.
- Creo que os voy a dejar- Steff miró a Samuel con una sonrisa y a mi con pena- Creo que acaba de empezar el entrenamiento...
Cogió sus cosas y se fue no sin antes mandarnos un beso volador. Con el sonido de la puerta al cerrar todo se inundo en el silencio más perturbador posible.
Samuel estaba frente a mí, apoyado en el mueble de la vitrocerámica mientras yo seguía sentada en la isla. Tomé el café que había dejado en la mesa y de reojo noté como levantaba la ceja y se tapaba la boca con dos dedos, esperando mi acción... no me hice de rogar y sorbí un poco, no me dio tiempo a más, su cuerpo ya estaba pegado a mí. Su mano me había agarrado la mandíbula impidiéndome cerrar la boca y por ende, el café, resbaló por mis labios, mi barbilla y mi camiseta.
- Norma 1: No toques nada de tu amo- Me quitó la taza- Norma 2: No enfades a tu amo.- Me soltó la boca y pude tragar mientras me masajeaba la mandíbula- Norma 3: Nunca retes a tu amo.
De mi boca iba a salir el "o si no..." pero su ceja levantada me decía que ya estaba al tanto de que podía hacerlo, así que sonreí y me estiré para llegar a su rostro, no bajaba la vista, no era fácil de domar y él se daría cuenta.
Metió su mano por mi nuca, la acarició y subió hasta la raíz del pelo, donde tiró y me levantó la cabeza obligándome a abrir la boca. Su dedo índice, manchado de café, empezó a recorrer mi cuello para después pasar, en sentido inverso, su lengua, quitándome todo el resto.
- Debes de comer algo, si quieres ir a currar- Sonrió dándome una mala sensación.
Me bajó de la encimera y empecé a preparar algo de comer, comimos como si nada pasara, como antes de firmar un contrato para él.
Me fui a vestir mi uniforme negro y rojo, mi cuerpo ya había interiorizado la sensación y las costuras de las ropas por lo que me era fácil el sentirme cómoda.
Samuel entró en la habitación y me tiró una bolsa con unas cosas.
- ¿Pero de donde sacas todo? ¿de la chistera?- Me quejé al ver dos cajitas dentro.
- Póntelo, estarás toda la noche con ello.- Y como entró se fue.
Abrí el primer paquete y tuve que parpadear varias veces, unas ventosas unidas a una pantalla del tamaño de un dedo. Miré el papel... "Healiffy clips, electrochoque" lo dejé en la cama y abrí el segundo, un vibrador que cubría toda mi zona...
- Estás loco- Me quejé gritando a lo que pude oír su risa.
- Póntelo, ya esta todo preparado- Sabía que estaría sonriendo.
Me puse el vibrador primero, al encenderlo ya se había conectado (si que lo tenía ya preparado). Me lo puse, con dificultad, ya que estaba muy nerviosa. Después me puse lo de los pezones, dejé la pantalla caer dentro del corset y salí demasiado incómoda.
Samuel se acercó y me pidió la pantalla, la encendió y unas pequeñas corrientes comenzaron a sacudirme.
- Empezamos flojo, de vez en cuando te diré para subirlo. Con eso volví a esconder la pantalla y, al maldecirle, el vibrador se movió y mis piernas tiritaron. - Te enseñaré a respetarme, por las buenas o las malas.
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Mío y tuya
Novela JuvenilUna vida monótona nunca fue lo suyo, siempre prefería encontrar diversión aunque hasta de eso se cansó. Ahí conoció un nuevo local, uno que nunca había existido en esa ciudad y sin lugar a dudas ella irá. Un mundo nuevo se abrió en sus ojos, sin sab...