Capítulo 9

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Ya no pude dormir más, no sabía si me sentía feliz o muerta por dentro. Rebusqué en la agenda del teléfono a alguien en quien poder confiar...

Elías me cogió el teléfono al segundo tono.

- ¿No estas trabajando capullo?- Mi voz sonó rota.

- ¿Qué ocurre Lis? ¿Por qué lloras?- Podía oír a la gente por detrás.- Voy para allá.

Acto seguido colgó la llamada, me derrumbé, mis ojos no paraban de derramar lágrimas mientras de mi boca salía algo similar a una risa, me estaba volviendo loca.

Oí la puerta sonar pero sabía que Elías tenia llave así que ni me esforcé en levantarme del rollito de sábanas en el que estaba. Sentí su peso junto a mi y aplastarme contra su pecho, su mano estaba posada sobre mi abdomen y su cabeza estaba en mi hombro susurrándome cosas tranquilizantes. Salí de mi cobija y me senté apoyándome en la pared con Elías junto a mí.

- Hace años... muchos- Iba a liarla, iba a abrirme...- Vivía con mis padres y mis hermanos, uno mayor y otro menor... era la mediana- no lo debía hacer... no, no...- Mi padre estaba en una reunión de negocios y mi madre... se había pasado bebiendo algo común para ella- Sabes que si lo dices será real- Estaba dormida en el sofá... Mi hermano mayor fue a la cocina y mi hermano pequeño le acompaño mientras yo leía en uno de los sillones...- Nunca debía decirlo...- Mi hermano mayor vino y tirándome del pelo me tiró al suelo diciendo que el era el rey debíamos hacerle caso- Mis lágrimas volvían a caer- Yo me negaba pero mi hermano pequeño le seguía el juego... Él tenía un cuchillo y, enfadado me lo clavó en el estómago haciendo sus iniciales. Yo chillaba pero no me hacían caso.- Me tapé la cara con las manos- Ese día fui al hospital por mi propia cuenta y mentí respecto a la puñalada... Eso fue la primera vez... todo fue empeorando... Me obligaba a obedecerle y llegó a violarme... Mi padre nunca estaba en casa y mi madre me ignoraba... Cuando mi padre se enteró me llevó con él para protegerme pero no me permitió denunciar...- Ahogué mis sollozos- Ahora me acaba de llamar... Mi hermano mayor acaba de morir- Sonreí entre mis manos- No entiendo porque lloro...

Los brazos de Elías me rodearon mientras yo no paraba de llorar... Las manos de Elías me acariciaba el pelo y, apoyada en su pecho, caí dormida. 

Un olor suave me despertó. El  dolor de cabeza era horrible pero conseguí levantarme y llegar a la cocina. Elías estaba con un delantal junto a los fuegos de la cocina, no pude evitar sentirme avergonzada por haberle contado todo eso...

- Siéntate- Su voz era calmada- Hice algo de comer, no se cocinar mucho así que te hice unos tortellini que tenías por ahí.

Sonreí y me fui a la isla de la cocina y bebí algo de agua. Elías me tendió el plato y una pastilla, juro que era mi salvador. Comí un poco antes de que Elías hablara.

- Se que no esperas comentarios sobre lo que me has comentado- Bajé la cabeza y me toqué la cicatriz en la zona pélvica.- Pero decirte que ya no irán a por ti y el que ahora te vengan recuerdos es normal, no habías pensado en ello hasta ahora- Le miré y pude ver su mirada triste- Y ya no tendrás que pensarlo más.

Sentí una punzada de alivio en mi pecho pero también de mal estar...

- Algo que no dije... Mi hermano pequeño también sufrió varios abusos pero él... él no lo soportó- Una lágrima cayó por mi rostro recordando encontrarlo en el baño con sus brazos goteando sangre y sus ojos llorosos mirándome mientras me suplicaba que le dejara morir... y lo hice...

Elías solo me abrazó mientras volvía a llorar como loca. Elías acabó pasando toda la tarde junto a mí y cuando era la hora de ir a trabajar se ofreció a llevarme y, en ese momento, lo acepté.

Me vestí como el día anterior, me maquillé lo mejor que pude e intenté disimular lo mejor posible mis ojos llorosos. Avisé a Mateo y a Samuel que iría por mi cuenta al local y cogí mi abrigo y móvil.

Elías cogió el camino largo, fue a toda velocidad haciendo que soltara gritos y me desahogara antes de llegar. Mis pulmones ardían, mi voz se dañaba pero quería chillar, chillar todo lo que no pude, todo lo que sentí, todo lo que viví, y eso Elías lo entendió y hasta que no paré agotada contra su espalda no me dejó en el local. Me quitó el casco y besó mi frente sonriendo.

- Esta noche te espero en tu casa- Sonrió y se fue. 

Entré en el local y la cara de enfado de mis dos jefes me dejaron ver que iba tarde pero al ver mis ojos rojos cambiaron a preocupación. No dejé que me preguntaran y les aparté dejando mis cosas y yendo a mi posición. 

Steff no mencionó nada, solo hablábamos de lo de siempre y de algún cliente destacable.

- Te acuerdas del que nos avisaron ayer ¿no?- Asentí mientras preparaba una copa para llevarla a una mesa- Ya me enteré que pasó, si, si. Parece ser que se dedicaba a meterse en los baños de mujeres y esperar en una cabina a que entraran y violarlas- Mi cara de asombro no pudo ocultarse- Por eso no debíamos perderle de vista...

Asentí y fui a llevar las copas a la mesa. Era sorprendente lo que podía pensar la gente y los planes macabros que tenían en su cabeza.

La noche acabó sin complicaciones y, cuando estaba apoyada en la barra Mateo llegó. Miré a mi alrededor y vi que todos se habían ido ya por lo que, subiéndome a la barra y cruzando mis piernas, hice un gesto a Mateo para que se sentara. Él, tras mirar a su alrededor, se sentó como si fuera un perrito.

- Buen chico- Le hice el gesto para que se acercara y se puso de pie entre mis piernas, mis labios quedaron a milímetros de los suyos. 

Acaricié su cuello y tiré de su corbata hacia mi y pegué mis labios a los suyos haciendo que soltara un gruñido al notar su entrepierna tocando la mía. Una vez sentí como empezaba a calentarse me separé y junto a su oreja le susurré.

- Lo siento cachorrito, hoy tengo visita en mi casa.- Me bajé de la barra y vi la cara de rabia y placer de Mateo.- ¿Tienes algún problema con eso?

- No ama- Sentí como aguantaba un gruñido y eso me excito más.

- Pues yo sí cachorrito- Sonreí y el levantó la cabeza confundido y yo miré mi reloj- Tengo unos veinte minutos, ¿por que no me demuestras lo que eres capaz?

No necesitó mucho más, me tomó en brazos y me pegó a la pared mientras me besaba el cuello. Esa brusquedad me excitó y más al saber que tenía tantísima fuerza. Sentí las medias romperse en la parte de la entrepierna y como se desabrochaba el pantalón. Me mantuve sujeta con mis piernas y mis brazos mientras el se ponía el condón. 

Juro que ese polvo rápido fue el mejor en años, la excitación por si nos veían, la desesperación de Mateo, el poder obligarle a no correrse o a parar y acelerar... Dios me creía invencible.

Cuando toqué de nuevo el suelo mis piernas tiritaban y me tuve que sujetar en Mateo. Apunte importante número 1: "Empezar a ejercitarme más".

Mateo me llevó a casa y sobre mi mesa había una tortilla y una ensalada con una nota que decía "Como llegas tarde me he acostado en tu cama, te dejo algo para cenar. Elías"

Sonreí y cené tranquila, después de recoger y darme una ducha rápida fui a dormir. Elías se despertó un par de horas más tarde y se duchó. Antes de irse se despidió y me dijo que si pasaba algo que le llamara y llegaría lo antes posible.

Cerré las persianas para no sentir la luz y volví a hundirme en los sueños de Morfeo.




Mío y tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora