Capítulo 18

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- Un pequeño secreto no mata a nadie- Guiñó su ojo.

Salió del coche y me guio hacia la gran mansión, me sentí en un cuento de  hadas donde la princesa se va con su príncipe azul al castillo.

- ¡Beatrice!- Un hombre serio nos paró.- Debes de dejar de hacer lo que se te venga en gana.- Nos regañó.

- Ya hablé con madre sobre el tema, no tienes nada que ver- Me agarró del brazo y tiró de mi hasta una habitación.

Dos grandes ventanales con vista al un terreno verde que rodeaba la casa, iluminaban la habitación color violeta con cuadros de paisajes suaves y la cama de sábanas moradas contrastaba de una manera casi armónica con los muebles de colores suaves y el parqué del mismo tono.

Un baño se escondía detrás de una de las puertas, los azulejos azules claros y blancos daban una sensación de paz instigadora...

- En un rato vengo a ver como estas, ve instalándote- Su voz calmó todos mis nervios. Agarré su brazo y no la dejé ir- Tardo menos de cinco minutos, debo calmar a mi padre antes que la lie.

Asentí y se fue, dejé mi mochila en el armario y me dejé caer en la cama... la ropa que llevaba era de un vagabundo la verdad, unos pantalones grises de chándal y una sudadera, nada más. 

Me quité los pantalones y la sudadera me cubría lo suficiente así me tumbé poniéndome la capucha. Steff no tardó en llegar y, sin decirme nada, se tumbó en mi espalda y pasó el brazo por mi cintura, levanté la cabeza y me dejó apoyarla en su otro brazo mientras sentía su cuerpo contra el mío, sentía protección...

Debí de quedarme dormida ya que no sentí cuando Steff se fue. Sobre la encimera había una bandeja con una macedonia de diferentes frutas, un vaso de agua y unas pastillas. Me senté en la silla y empecé a juguetear con la comida, mi estómago se sentía revuelto aun pero no tanto como para vomitar. Comencé a picotear cachos de plátano primero ya que era la fruta más blandita, una vez me acostumbre pude comer algo más y tomarme la pastilla para el dolor de cabeza. 

- Que gusto verte comer bien- La voz de Steff me sobresaltó. Ella caminó hasta el borde de la cama y se sentó mientras yo me limpiaba la boca. Me giré para poder verla de enfrente, tenía la mejilla roja e inconscientemente acaricié su cara.- Todo está bien- Me quitó la mano y la sostuvo.- Tienes que ponerte un pijama, venga.

Tiró de mí y nos pusimos a ver que pijama ponerme (no quería que me pusiera el mío, quería que me pusiera uno de los que trajo ella), me probaba desde los más normales hasta los mas sexys, estar con Steff me distrajo y consiguió sacarme más de una sonrisa.

Me acabé poniendo un top negro con unos pantalones del mismo color. Steff tuvo que irse así que me acomodé en la cama y comencé a leer, los libros hacen que tu imaginación se valla a un mundo ajeno a ti. El sol se empezaba a ocultarse y tuve que encender la lamparita de noche, su luz tenue daba lo suficiente como para iluminar solo donde estaba yo. 

Comencé a escuchar llantos, un niño parecía estar bastante cerca mío y llorando. Dudosa me levanté y entreabrí la puerta, el pasillo estaba a oscuras y en silencio a excepción del llanto.

De puntillas caminé por el pasillo acercándome a las puertas buscando el ruido. Acabé dando con él en la puerta que estaba en diagonal con la mía. 

Toqué suave la puerta y solo recibí el ahogamiento del llanto, como si intentara que no se le escuchara. Abrí la puerta y me encontré un niño sobre la cama de unos 7 años acurrucado contra la pared y abrazando un peluche. Sus espasmos por el llanto no se detenían, sus ojitos tenían un color violeta muy peculiar, su cabello negro caía por su rostro empapado de sudor y sus pies estaban ocultos en la sábana. Cerré la puerta en silencio y me senté junto a él. Al principio no quería acercarse pero le ofrecí mis brazos y se acabó acercando a acurrucarse junto a mí. Su piel estaba hirviendo por lo que supuse que tenía fiebre, le acaricié la cabeza y dejé que se desahogara y se calmara...

Al final acabamos abrazados en la cama, sus pequeñas manos seguían abrazando su osito y sus rodillas se dirigían a su cuerpo. Oí la voz de Steff, me separé del niño y le dejé acurrucado contra la almohada. 

Salí al pasillo casi chocando con el hombre que me encontré al llegar, bajé la cabeza y fui a pasar por su lado pero me agarró el brazo.

- ¿Por qué estabas en esa habitación?- Su voz resonó por todo el pasillo.

- El... El niño lloraba- Me disculpé y me zafé de su agarre para dirigirme al cuarto.

Al entrar me encontré a Steff dando vueltas, me miró preocupada y me abrazó. Me tomó por sorpresa y le devolví el abrazo. Se separó y me miró enfadada, que cambios de humor más drásticos, ¿Tiene la regla?

- ¿Por qué desapareces de la nada?- Me regañó.

- Había un niño llorando y como nadie fue me acerqué a buscarle...- Steff me interrumpió.

- Espera ¿viste a Shoun? ¿No huyó de ti?- Steff se revolvió el pelo.

- Si Shoun es el niño de ojos violetas, no, no huyó, creo que tenía fiebre...

- Shoun lleva teniendo convulsiones febriles desde los 2 años, pero nunca se le fueron. Ahora siempre que se estresa o tiene miedo su temperatura sube en exceso y suele acabar desmayándose. Shoun tiene tanto miedo a que le pase que no se quiere juntar con nadie, siempre que entra alguien en su cuarto se esconde bajo la cama o en el armario.

Asentí pero no hable, Steff salió del cuarto dejándome encerrada, estaba completamente agotada así que me decidí por irme a dormir.

No sentí nada en toda la noche, mi cuerpo había caído como plomo y el sueño tan profundo como el fondo del océano. Desperté con la luz golpeando la cara y la molestia del móvil sonando. Estiré mi brazo a ciegas cuando alguien me acercó el móvil, agradecí y contesté al teléfono.

- ¿Quién coño es?- Gruñí al otro lado de la linea.

- ¿Cómo me puedes hablara así?- La voz de mi padre al otro lado me regañó.

- Me has despertado si quieres te sonrío- Me quejé incorporándome en la cama intentando acostumbrar a mis ojos a la luz.

- Pues deberías- Comenzó a toser- Escucha, tu hermano estuvo acá, está desquiciado Lis, ten cuidado- Volvió a toser y me empecé a preocupar.

- Pa, ¿Qué te ocurre?- Abrí los ojos preocupada y mi corazón iba a mil.

- Tranquila, ya llamé a la ambulancia, solo ten cuidado- Colgó la llamada dejándome demasiado preocupada.

Dejé mis manos caer en mis piernas mientras miraba el móvil... espera... Yo no cogí el móvil, alguien me lo dio

Podía jurar que tardé demasiado tiempo en girar un cuarto la cabeza para ver la figura que había junto a mí. 

Mío y tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora