(Me gustaría avisar que a partir de este capítulo podrá haber varías escenas subidas de tono y del tema BDSM. Le agradecería su comprensión)
- Pero ¿Qué te ha pasado?- Se metió en la boca un cacho de su comida.
- Son pequeños ataques, en serio, no es nada- Sonreí y seguí comiendo.
Al final pusimos la televisión y comentábamos alguna escena de lo que estuviéramos viendo, así la conversación no se centraba en mí.
Acabamos de comer y Mateo fue a fregar los platos. Me decidí por irme a vestir... pero otra vez no sabía que color tocaba...
- Mateo- Me acerqué por su espalda- Como van los colores de ropa, no comprendo...
- Sencillo- Se secó las manos y se apoyó en la encimera mirándome (apoyando los brazos de esa forma se le marcaban las venas...)- De lunes a viernes se utiliza el color base, que es el rojo y dorado, los sábados es el negro y rojo y los domingos es el blanco.- Asentí intentando memorizarlo.- El dorado y el morado son para eventos, eso se dice días antes.
- Okey, hoy es lunes por lo que toca el rojo ¿no?- Asintió y me fui a la habitación.
Me puse el corset rojo y esta vez bien. El corset tenía una decoración hermosa, rodeando todo el cuerpo había un dragón dorado que posaba su cabeza en el pecho, la falda era rojo vino con líneas doradas en forma de escamas. Me puse las medias y la gargantilla, el maquillaje me lo curre para que quedara atrevido, un delineado negro con los rebordes rojos, un labial carmesí y un poco de sombra dorada para brillar más. Mateo pasó a la habitación con unas bolsas y me las tendió.
- Samuel no compró la última vez los zapatos, así que te los traje.
Les eche un ojo y encontré unos dorados y con detalles en rojo con un tacón de unos 5 centímetros que combinaban con el traje.
Me miré en el espejo sintiéndome poderosa, Mateo se puso tras de mí y yo le señalé al suelo.
- Los perros deben estar a cuatro patas- Me quejé y el, sin dudarlo obedeció. Ahora si que me veía perfecta. Mi cuerpo cubierto por ese traje y un hombre a mis pies, sentado.- No tendrás una correa ¿no?- Él asintió y sonreí poniéndome de cuclillas a su altura- Pues tendrás que traértela.
Dejé que Mateo se vistiera y me saqué un par de fotos con la ropa, me había decidido el crearme una cuenta nueva en Instagram para Esmeralda.
Mateo salió igual de perfecto como siempre y nos dirigimos a la calle. Me fijé en que no veía el coche por ningún lado y Mateo rio al respecto.
- Hoy no vine en coche, se me estropeó, vine en moto- Me tendió un casco y lo acepté.
El camino fue tranquilo, Mateo no corría tanto como Elías, si no que respetaba las normas de circulación, quizá en exceso.
Podía sentir el aire golpear mi piel desnuda debajo del abrigo que llevaba, estiré mis brazos simulando que volaba, sintiéndome libre. Llegamos al local y todos se sorprendieron a verme entrar junto al gran jefe de hielo (la verdad es que muchas habían intentado ligar con el pero no habían conseguido nada, de ahí el apodo).
- Buenas tardes. Hoy necesitare la máxima atención a uno de los invitados, es una persona que ha sido expulsada de muchos de los locales por incumplimiento de las reglas.- Sacó de una carpeta que había en una de las encimeras una foto de un hombre.- Se llama Roberto, procurar tenerlo siempre a la vista y cualquier cosa avisar o a Samuel o a mí.
Tras un asentimiento de todos volvimos a nuestros puestos, Steff no tardo en aparecer a mi lado.
- Primero con Samuel y ahora con Mateo, explícame- Steff se apoyó en la barra mientras yo colocaba los vasos en su sitio.
- Los conocí y saben que no tengo medio de transporte aun por lo que me recogen- Clausula número 3: "En el ámbito laboral nuestra relación es estrictamente profesional".
- No se porqué no te creo- Me revisó de arriba a abajo y después se acercó a mi oreja para susurrarme- ¿Quisiera verte de rodillas ante mí?
Se me resbaló un vaso rompiéndose en miles de trozos a nuestros pies. Steff se rio y se fue a por una escoba. Mi cara debía de estar descuadrada, me había quedado desconcertada y cuando volvió se dio cuenta y, tendiéndome la escoba y el recogedor, me explicó.
- Si no quieres no importa Esme, solo te lo propongo por una vez, me dijiste que eras novata y no se porque me atrae quitarte la virginidad en ese ámbito.
- ¿Y por qué crees que sería sumisa?- Tiré los cristales a la basura y le devolví las cosas.
- Yo creo que debes probarlo, además- Se acercó a mi rostro y me tomó de la barbilla, apretándola y obligándome a mantener la mirada fija en ella- Se me hace la boca agua de imaginarlo. Y no soy la única, a otro le interesaría verte como sumisa...
Mateo apareció y Steff volvió a lo suyo, mi cara debía verse mal porque se acercó a preguntarme si había pasado algo. Conseguí deshacerme de el y me pasé toda la noche con la propuesta de Steff en la cabeza.
Alrededor de la una de la madrugada, el sujeto que mencionó Mateo apareció. Al principio no había pasado nada, todo era normal, pero una hora o así después le sacaron los de seguridad. Steff y yo nos miramos sin entender y buscamos algo fuera de lo normal para poder relacionarlo con él, pero nada.
La noche acabó y cuando fui a salir Steff me paró.
- Hoy te acerco a casa- Mostró las llaves de su coche- Y me dices que opinas de mi propuesta.
Acepté y me metí en el coche con ella. Cualquiera que la viera con ese coche sabía que podía aplastarle, un Land Rover Discovery de color negro podía ganar a cualquiera que estuviera a su alcance.
- ¿Y bien?- Steff quitó la música y me miraba de reojo.
- Aceptaría encantada pero no sin saber que y quienes seríamos.- Puse mi voz más segura mientras me ataba el cinturón.
- Podemos hacer un contratos para una sesión y así no haríamos nada que tu no quisieras pero no puedo decirte quien es el otro, me saltaría su regla inicial.
- Hacemos una cosa, me das tu correo y te paso mis límites.
- Estas al tanto del tema, vale, coge una de las tarjetas del salpicadero, ahí esta mi correo y mi teléfono. Si me lo envías esta semana te lo agradeceríamos.
La sonreí y tomé una tarjeta. Con un boli que había cerca taché su nombre real y le puse Steff, es como la conocía, no me debía importar su otra vida.
Una vez llegamos a mi casa me despedí de ella y volví a la soledad de mis cuatro paredes.
La oscuridad me recibió con cariño y me fui directa a la ducha, sabía que ducharme a las cuatro de la mañana no era muy normal pero no me importó. El agua hirviendo me provocó un gemido y un escalofrío. El agua recorría todo mi cuerpo y mi mente se vaciaba provocando un placer indescriptible.
Una vez acabada el hermoso baño me puse mi camiseta de dormir y me tiré en la cama y esa noche no me hicieron falta las pastillas para dormir ni desperté por uno de mis recuerdos de la infancia.
Desperté con mi móvil sonando, serían las doce de la mañana y maldije por no ponerlo en silencio. Al otro lado estaba mi padre y parecía que le faltaba el aire o que estaba en un maratón.
- Dime papa- Murmuré bostezando.
- Tienes que venir rápido, tu hermano...
- No quiero saber nada de el pa, ni del él ni de mama.- Mi palabras fueron más crueles de lo que quería pero no tenía forma de ser amable con esos demonios.
- Va a morir Lisa- Chilló y de mi boca solo salieron risas- Lisa no puedes estar toda tu vida culpándole de eso y menos reírte porque se muere.
- El día que vivas lo que viví yo con él te permitiré decirme eso- Y sin esperar respuesta colgué.
El karma llegó para él, tarde pero llegó.
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Mío y tuya
Novela JuvenilUna vida monótona nunca fue lo suyo, siempre prefería encontrar diversión aunque hasta de eso se cansó. Ahí conoció un nuevo local, uno que nunca había existido en esa ciudad y sin lugar a dudas ella irá. Un mundo nuevo se abrió en sus ojos, sin sab...