Capítulo 8

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Kagura había estado ignorando a Kohaku desde que llegaron a Osaka. Se sentía un poco mal por comportarse de esa manera, pero, era momento de poner un poco de distancia entre los dos. No podía permitir que sus sentimientos por el castaño crecieran más de lo debido.

Ella era un ser libre y si ni siquiera Sesshomaru había logrado domarla, mucho menos ese muchachito lo lograría.

La pelinegra revisaba algunos documentos, en su habitación de hotel, afuera llovía a cántaros y Kohaku se había encargado de visitar a algunos clientes para hacerlos firmar algunos contratos, nada iba fuera de lo normal, por lo que Kagura no entendía por qué sentía esa sensación opresiva en el pecho que la atormentaba de la nada.

El teléfono sonó, espantando a la mujer que tenía los nervios a flor de piel. Kagura respondió y un nudo se formó en la boca de su estómago cuando escuchó lo que le decían del otro lado de la línea.

Kohaku se había visto envuelto en un accidente y se encontraba gravemente lesionado, internado en el hospital.

Las lágrimas se agolparon en los ojos de la pelinegra, quien no podía creer lo que sus oídos escuchaban.

Desesperada, bajó al lobby y pidió un taxi hasta el hospital, no se sentía en condiciones para conducir hasta ese lugar.

Preguntó impaciente por el estado del Taijiya, a una mujer que se encontraba detrás de un escritorio.

-¿Es usted su familiar? -preguntó la enfermera.

-No, yo soy su... su jefa, su familia está en Tokio, así que yo soy lo único que tiene en esta ciudad.

-Lo siento mucho señora, pero no le podemos decir nada sobre el estado de salud del paciente. No se preocupe, ya nos pusimos en contacto con su familia y ellos ya vienen de camino -le explicó la mujer.

Kagura se retiró consternada a esperar en la sala de espera, y por primera vez en mucho tiempo, lloró desconsolada.

"He sido una tonta" pensó con amargura, fue en ese instante en que se dio cuenta que Kohaku no era simplemente un amante más, el moreno se le había metido profundo entre la piel.

Ante tal epifanía, la mujer soltó una risa amarga. ¿Por qué tenía que haberse dado cuenta de algo así justo ahora, cuando podría ser demasiado tarde?

Se sentía sola y desesperada, pero esta vez no tenía a Kohaku a su lado para consolar su corazón.

~oOo~

Rin se preparaba para abordar el tren bala que llevaba hasta Osaka junto a sus suegros.

Una sensación de vacío embargaba su corazón, tenía un muy mal presentimiento de todo esto. Las noticias del hospital no eran muy alentadoras, esperaba con todo su corazón que su esposo pudiera salir adelante. Aunque su relación ya no diera para más, Kohaku había sido su mejor amigo desde que eran pequeños y aún le guardaba mucho cariño.

Sesshomaru había insistido en acompañarla, pero ella lo convenció de no hacerlo. Sango también hubiera querido ir con ellos, pero no tenía con quién dejar a las gemelas y a Hisui, por lo que sólo viajarían Rin junto a sus suegros.

El tren no tardaba en llegar, pero Rin se levantó de su asiento y salió corriendo hasta el baño de la estación.

Su suegra la vio con comprensión.

Desde que se enteró de la noticia, la ansiedad se la estaba comiendo viva y no podía retener casi nada de la comida que ingería.

Después de vomitar su desayuno, salió pálida del cubículo del baño, su suegra la había seguido para asegurarse de que estuviera bien y la esperaba afuera con una mirada de ternura cuando la vio abrir la puerta.

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