capítulo 3

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Rin se despertó al día siguiente y se encontró completamente sola en la habitación. Por alguna razón sintió un poco de decepción.

Se sentía tonta, pues sabía que lo sucedido la noche anterior no había sido más que un simple acostón, pero aún así su cuerpo deseaba tener cerca la calidez de aquel hombre de cabellos plateados.

Sacudió la cabeza, para espantar todos esos pensamientos incoherentes que se arremolinaban en su mente. Se vistió con su arrugado vestido, salió del hotel y tomó un taxi para irse a su casa.

No se sorprendió de no encontrar a su esposo al llegar, pues tenía claro que pasó la noche con su jefa, después de ese tonto intento de excusa que le dio, no podía esperar nada más. Pero de nuevo su conciencia le repetía que ella era tan infiel como él, después de todo lo de anoche no había sido la primera vez que se acostaba con otro hombre.

Se bañó y cambió de ropa, para después proceder a tirar el maldito vestido entre la basura. Estaba tan arruinado como su matrimonio, y la verdad no se sentía con las fuerzas ni las ganas necesarias para repararlo.

Se sentó en el sofá frente a la televisión y se dedicó a hacer zapping por unas horas, hasta que el timbre de la puerta sonó.

Ésto le sorprendió, ya que Kohaku sabía el código de entrada y no esperaban visitas el día de hoy.

Grande fue su consuelo cuando se dio cuenta que quien estaba del otro lado de la puerta, era la persona a la que más necesitaba en este momento, solo quería lanzarse hacia sus brazos y llorar como una niña pequeña.

-MADRE -gritó entusiasmada mientras se dejaba envolver por aquellos cálidos y amorosos brazos-. Te he echado mucho de menos -le decía luchando para que las lágrimas no se le escaparan de los ojos.

Hitomi pudo notar que algo andaba mal con su amada hija, pues en realidad no siempre era tan dada a dar ese tipo de muestras de afecto, a menos que algo realmente la estuviera molestando.

Pasaron a la sala y después de que Rin preparó un poco de té para las dos, empezaron a platicar.

Después de un poco de charla superficial, Hitomi decidió preguntarle a su hija qué era lo que la estaba molestando en ese momento.

-Sé sincera conmigo linda, ¿acaso se trata de tu matrimonio? ¿Es por el problema de la infertilidad? -le preguntó tanteando las aguas.

Rin no sabía qué responder, no quería contarle que le había sido infiel a su marido, sabía que su madre la amaba, pero era una de las personas más conservadoras que conocía y nunca la perdonaría por haber faltado a su matrimonio de esa manera, ya que ella no había criado a una zorra.

Decidió omitir esa parte, y procedió a contarle a su madre del affair de su esposo con su jefa y de la humillación pública que sufrió en la reunión con los compañeros de trabajo de su esposo la noche anterior, de cómo todos la veían con lástima y había quedado como una estúpida cornuda.

-Ha sido la peor noche de mi vida mamá, siento que mi matrimonio ya no tiene salvación, Kohaku ya ni siquiera me toca, cada vez es más frío y más descarado con su infidelidad, ya ves la hora que es y ni siquiera ha llamado para avisar que llegará tarde. A veces pienso que el que no hayamos tenido hijos es lo mejor. De esta forma será menos difícil la separación -se descargaba Rin entre sollozos.

Hitomi por su parte puso los ojos como platos al escuchar la palabra separación, era algo inconcebible ante sus ojos que un matrimonio se destruyera por un asunto tan insignificante como un pequeño deliz.

-Rin ¿De qué estás hablando? el matrimonio es para siempre, no es un contrato que simplemente se puede deshacer. El día que te casaste hiciste la promesa de amar y respetar a tu esposo hasta que la muerte los separe -le decía escandalizada.

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