Capítulo 16

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Sesshomaru observó el reloj de su oficina, cuatro treinta, todavía faltaba una hora para la salida, el sonido de las hojas al revisar otro contrato lo exasperaba, parecía que el tiempo se rehusaba a avanzar. La lentitud de su asistente lo estaba volviendo loco.

-Será mejor que apresures el ritmo, Jaken. Sabes bien que no tengo todo el día.

El pobre asistente hacía lo mejor que podía para dejar todo en orden antes de que el día terminara.

-Lo siento señor, pero el error tipográfico en la primera impresión del contrato nos costó valioso tiempo.

-Sabes bien que no tolero las excusas, Jaken -lo interrumpió Sesshomaru.

Jaken tragó en seco y continuó sus deberes con diligencia. Hicieron lo mejor que pudieron para salir temprano, pero Sesshomaru sabía que eso no sería posible por ese día. En medio de documentos y papeles, el tiempo pasó volando y no se habría dado cuenta que era la hora de la cena, de no haber sido por un mensajero, que irrumpió en la oficina bajo la mirada reprochante del empresario.

Jaken se aclaró la garganta y recibió el paquete que el chico llevaba. Era un bento, muy parecido a los que Rin usaba para envolver los almuerzos, esto llamó su atención. Pudo notar que las cajas estaban envueltas en un fino pañuelo de seda con una nota que decía:

«Sé que estás ocupado, pero no te saltes las comidas, no es bueno para tu salud. Tómate un respiro y come esta deliciosa cena que hice pensando en ti.

Con amor: Rin»

Una sonrisa casi imperceptible se dibujó en el rostro de Sesshomaru.

-Jaken, guarda los papeles. Tomaremos un descanso de quince minutos para cenar -ordenó con autoridad.

El hombre bajito asintió con una sonrisa cómplice, y disfrutaron en silencio del delicioso bento preparado por la dulce Rin.

~oOo~

Sesshomaru llegó exhausto a un departamento frío y oscuro, dejó su abrigo en el armario de la entrada y se dirigió sigiloso hasta su habitación. Allí la encontró a ella, profundamente dormida, con la luz tenue de su mesa de noche encendida y un libro reposando sobre su pecho, al parecer se había quedado dormida mientras leía. Se acercó sin hacer ningún ruido y besó su frente con ternura. El ligero roce de sus labios, la despertó y al mirarlo frente a ella, le regaló una de sus cálidas sonrisas.

De pronto, para Sesshomaru la habitación se llenó de luz y el frío fue sustituido por la calidez que nacía de su corazón. Había tenido un día de mierda, pero regresar a casa y ver a Rin, lograba arreglar hasta la peor de las jornadas.

-Descansa, tomaré un baño rápido y me uniré a ti en unos minutos -le dijo con voz suave, después de besar sus labios suavemente.

Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y le regaló otro beso, que no tardaron en profundizar. Sus lenguas se acariciaron y saborearon desesperadas. El deseo y la pasión se abrió paso entre las delicadas caricias. Necesitaban poseerse, los días se hacían largos cuando no estaban al lado del otro y el tiempo no alcanzaba cuando estaban juntos. Deseaban fundirse eternamente en un beso interminable, ser una sola carne y una sola piel.

Sesshomaru la desvistió, mientras depositaba fervorosos besos por todo su cuerpo. Cada gemido y suspiro que ella le regalaba, quería guardarlos para siempre en su memoria. Bebió el manjar de su dulce fuente, como ya era costumbre; siempre disfrutaba poseerla y que ella gritara su nombre en medio de la oscuridad.

Después de llevarla a ese orgasmo tan exquisito, ella misma se colocó en cuatro sobre sus rodillas y sus palmas, esa se había convertido en su posición favorita durante los últimos meses de embarazo, pues les daba mayor comodidad a la hora de hacer el amor. Sesshomaru se colocó entre sus piernas, e introdujo su excitada masculinidad entre los muros de su mujer. Soltó un rugido cuando la escuchó gemir. Sentirla tan apretada alrededor de su miembro era casi como tocar el paraíso. "Casi", porque el verdadero cielo lo encontraban al llegar juntos al orgasmo y después descansar sudados al lado del otro, sabiendo que estaban junto a su persona más importante.

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