1. Jordan

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Abro los ojos cansado de intentar ignorar las voces del otro lado de la puerta, no estoy seguro de que hora es, pero así sea de madrugada o las tres de la tarde, de todas formas acaban de perturbar mi sueño.

— No es para tanto... —escucho a Max—. Además fuiste tú la que vino sin avisar.

Sin avisar.

Solo hay una persona que puede entrar al departamento sin avisar en el momento que quiera y esa persona no es nadie más que nuestra encantadora representante.

Resignado a lo que me espera del otro lado, en la sala, decido levantarme y con cuidado retiro el brazo que descansa sobre mi pecho, aún medio dormido cojo mis vaqueros del piso y me los pongo antes de salir.

Se supone que los lunes son nuestros domingos, lunes de descanso, lunes de pereza, lunes en el que ni Lana, ni Bruno, ni nadie nos molestan, o al menos eso era, hasta hoy.

Llego a la sala aún sin despertar del todo hasta que mis ojos se encuentran con algo que me obliga a espabilar y tengo que contener una risa al ver el trasero desnudo de mi amigo. Max está en todo su esplendor frente a una Lana a punto de arrancarle su cabeza. Recorro el lugar velozmente con los ojos y puedo ver varias latas de cerveza vacías sobre la alfombra, algunas prendas de Max mezcladas con otras de mujer esparcidas por la sala.

Me froto los ojos intentando recordar qué fue exactamente lo que sucedió anoche, pero no puedo, en mi cabeza tengo registrado hasta el momento en el que bajamos del avión, fuimos a un bar a pasar el rato y...

— Por lo menos tú tuviste la decencia de ponerte un par de pantalones —Lana me señala con su dedo.

— ¡Porque a mí me tomaste desprevenido! —exclama Max.

— Por dios Maximiliano cúbrete, ya estoy cansada de ver tus... Tus atributos.

Antes de que ella diga algo más me inclino sobre el sofá, cojo una camisa y se la arrojo a mi amigo para que se cubra con ella, él la toma y la amarra sobre su cintura tapando la parte de enfrente y dejando su blanco trasero al aire.

Me cruzo de brazos y apoyo mi espalda sobre la pared esperando a que Lana termine de recorrer toda la sala, pasa su mirada lentamente por el lugar y puedo ver como suspira de vez en cuando, hasta que termina con el recorrido y sus ojos se posan en nosotros dos.

— Los vecinos se quejaron —dice finalmente— Por todo el ruido que hicieron...

— Exageran... —contesta Max.

¿Lo hacen?

De nuevo me esfuerzo para recordar todo lo que pasó anoche, pero no puedo. Y es esta una de las razones por las que no me gusta beber,  no lo hago o lo hago muy rara vez, y  cuando decido hacerlo pasa este tipo de cosas: o aparecen fotos mías bailando y acompañando a... a una amiga que luego las sacan de contexto o simplemente olvido todo lo que pasó.

Ambos siguen discutiendo sobre si fue como realmente dijeron los vecinos o solo fue una exageración suya, mientras yo intento aclarar mi mente y...

Mierda.

¿Quién está en mi cama?

Giro disimuladamente para ver la puerta de mi habitación.

— ¿Jordan no dirás nada?

La pregunta de Lana hace que voltee rápidamente.

— Yo no... —exhalo con fuerza— ¿Sobre qué exactamente?

Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora