16. Salomé

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Intento tragar el nudo que se formó en mi garganta y no llorar.

Seis meses, pasaron más de seis meses ¿Qué esperaba? Si no hago nada saldrá libre, como si nada hubiese pasado... 

— ¿Él era...? —Jordan observa fijamente el auto que se aleja por la calle.

— Mi papá.

Me mira sin entender porque la visita de mi papá me puso así. Lo hace buscando respuestas, queriendo ver más allá, más de lo que estoy dispuesta a mostrar a cualquier persona.

Inhalo y exhalo profundamente, y repito esto un par de veces.

Tengo que tranquilizarme, tengo que evitar pensar en Joaquín, en ellos, en esa habitación, en sus voces, sus manos... Siguen libres, están por ahí caminando cómo si no pasará nada, siguen felices con sus vidas sin importarles que arruinaron al tomar parte de mí ser a la fuerza... Y yo estoy aquí, jodida, sin poder dejar de recordar cada asqueroso detalle de lo que me hicieron, de... ¿Se tomarán un segundo de sus vidas para pensar en todo lo que hicieron?  ¿Será que en algún momento de su día piensan y dicen "Somos unos hijos de puta, no merecemos estar en este mundo"? No, claro que no lo hacen, para eso necesitan conciencia y tanto ellos cómo mi... Cómo Joaquín no la tienen.

— No hagas eso... —Jordan me saca de mis pensamientos—. No te lastimes más...

Por primera vez él me mira de esa forma, hay algo más en sus ojos, en la manera que me observa mientras pide que me detenga. Se acerca un poco más y estira su mano para tomar la mía y con su pulgar hace que abra el puño que hasta ese movimiento suyo no me di cuenta que lo estaba haciendo.

Bajo la mirada veo su mano y no lo aparto, no siento la necesidad de hacerlo, es cómo si mi cuerpo reaccionara diferente hacia él, cómo si supiese que él no nos lastimara.

Él con delicadeza  con su pulgar recorre las marcas que tengo en la palma de mi mano, las lágrimas que me esforzaba por contener salen, comienzan a recorrer mis mejillas y él se da cuenta.

Niega ligeramente con la cabeza, más para él mismo y tira de manera suave de mi mano para acercarme más a él, el corazón me deja de latir anticipando lo que hará, pienso en detenerlo y alejarme de él, pero no lo hago, porque no quiero hacerlo, porque quizás sea eso lo que necesité.

Un abrazo, uno honesto, de alguien que si se preocupa por mí. Uno del idiota que hace unas semanas no dejaba de juzgarme con la mirada y que ahora estaba ahí para apoyarme...

Contengo la respiración y unos brazos me rodean con fuerza haciendo que me quede congelada sin saber cómo reaccionar.

Jordan me mira  detrás de Brisa.

— ¿Pasó algo? —susurra ella para que solo yo la escuche.

No me suelta mientras espera mi respuesta.

Me abraza con fuerza. Pasa que una chica a la que conozco hace dos días ahora me esta ahorcando con sus brazos, pienso.

Respiro, hago que se aparte y deje de abrazarme.

— ¿Te hizo algo? —sigue susurrando y me mira con el ceño fruncido.

— No pasó nada —logro responder, pero por su mirada sé que no me cree—. Nada con él, solo que antes vi a alguien que no quería ver... —logro decir y ella parece aceptar esa versión.

Se lleva la trenza dorada sobre su hombro y sonríe antes de voltear y enfrentar al rubio que nos mira sin saber qué fue lo que paso.

— Yo te conozco —dice ella con una sonrisa un poco forzada.

Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora