10. Salomé

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Escucho el sonido de un silbato y Marcus se da la vuelta para verme.

— Quería preguntarte —dice luego de beber un sorbo de su gaseosa— ¿Cuánto sabes sobre futbol?

— ¿Futbol? —pregunto y él asiente con la cabeza— Sé que tienes que meter el balón al arco del contrincante y que hay muchos jugadores corriendo detrás de una pelota...

Marcus suelta una sonora carcajada.

— Digamos que sabes lo básico, pero no te preocupes, hoy comenzaremos tus clases intensivas sobre futbol, te enseñaremos todo lo que necesitas saber para entenderlo...

— ¿Me enseñaran? —cuestiono algo confundida.

— Sí, mi hijo y yo... El jueves hay un partido importante y creo que es el adecuado para empezar a enseñarte.

Su hijo, grandioso...

Claramente no me emociona para nada la idea, pero no puedo decirle a Marcus que no quiero pasar más tiempo que el necesario con su hijo, así que sonrío intentando parecer emocionada por la idea, pero por dentro ya estoy buscando la manera de evitarlo...

No veo que sea necesario intentar llevarnos bien, podemos seguir como hasta ahora, yo no quiero conocerlo y él ya conoce lo suficiente sobre mi o al menos piensa que lo hace y creo que de esa manera estamos bien ¿Para qué intentar cambiar las cosas?

Él con su mundo de música, fama y todo lo que viene con eso y yo con mi pequeño mundo, el que con esfuerzo estoy reconstruyendo casi desde cero, se podría decir ya que no tengo nada ni a nadie de lo que antes tenía, papá solo me escribe para preguntarme como estoy y para saber si ya tomé una decisión, con mamá hable una vez para decirle que no haría lo que papá me pedía y Santiago que a veces parece el único interesado en que de verdad este bien, después de todo él es el único amigo que tengo y también es la única persona que aunque no le dijera nada, sabe lo que pasó o al menos tiene una idea... 

Ese día cuando por fin logré escapar, fue Libertad y sus amigos los sin saber de qué o de quien huía, me ayudaron y llevaron al departamento de Santiago. No podía dejar de llorar y estuve así por días, cada que cerraba los ojos todo volvía y se sentía demasiado real además que tenía las marcas que dejaron en mi cuerpo como recordatorio, no podía estar despierta y tampoco podía estar dormida, de cualquier forma todo volvía a mí y todo eso se intensifico al dejar de ingerir drogas, las pesadillas se volvieron más reales, sentía que si llegaba a abrir alguna puerta o ventana vería a Joaquín o a sus amigos buscándome, todo se estaba convirtiendo en un infierno para mi y no quería que Santiago se volviera parte de ese infierno. Es esa la razón por la que decidí ingresar a la clínica y quitarle a él ese peso de encima, no lo merecía, después de todo lo que pasó y de lo que yo provoqué antes en su vida, todo lo que le hice o hicimos con Joaquín... Ya no quería nada de toda esa mierda en su vida, no se merecía nada de eso.

Marcus comienza a hablarme y dejo mis pensamientos de lado para concentrarme en lo que él está diciendo.

Aparto el periódico y escuchó interesada todas las anécdotas que comienza a contarme, le gustaba mucho practicar deportes y por lo que dice era bueno en todo lo que hacía desde jugar golf hasta practicar rafting, lo que no sabía que era, hasta que él me lo explicó, pero de entre la docena de deportes que practicó, su favorito siempre fue el futbol y es de lo que más emocionado habla.

— Dios, daría mi vida por, como tú lo dijiste, volver a correr detrás de una pelota... —sonríe, pero por primera vez veo que lo hace con cierta nostalgia.

Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora