24. Salomé

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Leo una y otra vez el mensaje que acabo de recibir de mi padre. Bloqueo la pantalla como si con eso hiciera que desaparezca y vuelvo a desbloquearlo diez segundos después.

Tengo que hacer algo.

Es lo que él dice, tengo que tomar una decisión y hacerlo ya o lo más pronto posible...

Me siento en una de las bancas del parque y vuelvo a leer su mensaje. El parque está vacío, solo hay una niña con su mamá jugando en uno de los columpios y lo único que se puede escuchar es el chirrido que hace al balancearse.

En cuanto llegó el mensaje salí de casa de mi abuela para que no sospechará nada, le dije que Jordan me recogería de la cafetería y me fui caminando con la intención de marcar el número de papá y hablar con él, pero no logro hacerlo porque no sé qué decirle. 

Me quedo viendo su numero en la pantalla. Hablar con él y decirle que si haré algo, que si quiero seguir e intentar poner un punto final a todo esto... ¿Puedo? Si no sigo con esto él saldrá libre y si lo hago tendré que enfrentarlo. Y no solo a él...

¿Es que no podré escapar nunca de todo eso? ¿De él? ¿De ellos?

Un auto gris se estaciona frente a mí, se abre la puerta y Jordan aparece.

Respiro profundamente e intento aunque sea solo por un momento olvidarme de todo y fuerzo una sonrisa.

— Lindo corte de cabello —lo miro cubriéndome del sol con la mano.

Él se quita las gafas y pasa su mano por su ahora corto cabello.

— ¿Si? —pregunta y se sienta junto a mí—. Aún no logro acostumbrarme...

Y la cicatriz está ahí, ya no la cubre. Una gruesa línea blanca que cruza por su cabeza acercándose demasiado a su ceja.

— ¿Por qué no me dejaste ir a buscarte a casa de tu abuela?

— Quería caminar un poco —volteo para verlo mejor y me acomodo cruzando las piernas—. Me gusta —suelto y él sonríe débilmente.

— ¿Caminar? —pregunta divertido.

— No, tu cabello así...

Y sin pensarlo más, paso mi mano por su cabeza, acariciando suavemente la su cicatriz. Él levanta la mano y coge la mía mientras con delicadeza las bajas alejándolas de su cabeza.

— Perdón si te...

Intento disculparme, pero él niega con la cabeza.

— No, está bien es solo que... —suspira pesadamente—. Que aún no me acostumbro —esboza una sonrisa y entrelaza sus dedos con los mío.

Lo entiendo, pero no digo nada más ya que no sé qué decir, porque siento  acabo de intentar invadir parte de lo que es él,  sin que me dé permiso...

— Está bien —coloca su mano libre sobre mi mejilla haciendo que voltee y lo mire—. Es... —parece que intenta buscar las palabras adecuadas—. Es una cicatriz que durante años me avergonzó, solo necesito tiempo para acostumbrarme a que todos la vean y...

— ¿Por qué decidiste cortarte el pelo? —le cuestiono.

— Porque... —se encoge de hombros—. Es solo una cicatriz —sonríe y se acerca un poco más—. Aunque me está costando acostumbrarme a que todos la vean así... 

Le devuelvo la sonrisa y asiento con la cabeza.

Estoy por contestarle, pero siento mi teléfono vibrar y me aparto bruscamente de él, siento como me pongo pálida y con temor de que sea una llamada de papá, lo saco y veo el nombre de Brisa en la pantalla.

Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora