13. Jordan

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Libertad Salazar y Santiago Baroné.

Intento engañarme a mí mismo y decirme que no me importa leer sus nombres en la invitación que llegó esta mañana.

No dejo de observar la invitación sobre la mesa, sabía que iba a pasar, carajo llevo meses sabiendo que están comprometidos, pero eso no quita lo que el pedazo de papel me hace sentir. No me duele como pensé que lo haría, pero si me hace pensar, pienso en todo lo que pudo ser y no fue por mi falta de valentía.

Y creo que es eso lo que más me jode la cabeza, no me duele que estén juntos o que ella no este conmigo, me duele saber lo cobarde que fui por años y lo que deje pasar, deje que ella pasara frente a mi sin hacer nada, sin decir lo que sentía, sin tomarle la mano y estar con ella, me conforme con ser solo un espectador.

— Por la cara que tienes supongo que ya recibiste tu invitación.

Levanto la cabeza y veo a Sam parado frente a mí, ve la invitación que esta sobre la mesa y me regala una sonrisa condescendiente.

— ¿Crees que deba comprarme un traje? —pregunto mientras él se sienta frente a mí.

— Creo que primero deberías pensar en un corte de cabello.

Suelto una risa y niego con la cabeza.

El camarero se acerca para tomar nuestras órdenes, dice algo sobre lo emocionado que está de ir a nuestro próximo concierto y luego nos deja solos.

— ¿Quieres hablar de eso?

Samuel me mira con cuidado, como si estuviese intentando ver lo que en realidad está causando todo esto en mí.

— Estoy bien —me encojo de hombros.

— Pues deberías comunicarle eso a tu cara —se apoya en la mesa con los brazos cruzados—. Parece que no dormiste toda la noche... Estas mal y se nota. Te sientes jodido, quieres gritar, lanzar cosas, escapar, no sé, tienes que sentir algo más y no querer convencerme de que "Solo estás bien" porque no, no te creo...

— ¿Qué puedo hacer Sam? Lib ama a Baroné, se casarán —levanto la invitación y la boto de nuevo sobre la mesa—. Yo seguiré igual que hasta ahora, un amigo que tira más hacia hermano mayor, que al chico del que ella está enamorada. Sé cuál es mi lugar en todo esto, el mismo de los últimos años.

Dejan las hamburguesas frente a nosotros y el camarero nos regala una enorme sonrisa y antes de irse nos dice como unas cinco veces que no dudemos en llamarlo para cualquier cosa que necesitemos.

— Deberías olvidarla —dice mi amigo y se quita las gafas para dejarlas sobre la mesa.

— Debería... Ojalá fuese tan sencillo.

— Es que sigues en lo mismo. Tal vez si te das la oportunidad de conocer a alguien más.

Cómo si hubiese algún tipo de conexión extraña la pantalla de mi teléfono se ilumina con el nombre de Cam.

Sam se da cuenta y eleva sus cejas como si me mostrara la solución a mis problemas.

— Cami no me... —niego con la cabeza—. Es linda, pero no pasa nada más.

Y es que ella no llega a causar nada en mí. Cuando la veo, cuando hablamos o cuando pienso en ella no pasa nada, falta esa electricidad, eso que hace que una persona se meta tanto en tus pensamientos, que por más que quieras no pensar en ella no puedas hacerlo, que aparezca en tu cabeza sin que lo quieras y que tus pensamientos se aferren a ella. Pensar en Camila es como pensar en la novia de Sam, la veo como una amiga, solo eso.

Una Vez MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora