Tarble y Turles

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Cómo dictaba la tradición y por su bajo poder registrado, fue enviado lejos a un planeta adecuado para su nivel, donde demostrará que era útil como saiyajin y sobre todo que no era un completo desperdicio para la familia real. Eso lo sabía bien, sin importar que él, nunca sería nombrado príncipe de su planeta, debía mantener en alto el nombre de la monarquía. A una muy frágil edad ya habían sellado su destino y fue enviado al universo cruel, apenas si había cumplido cuatro años cuando vio su planeta por última vez.

Cabe decir que no cumplió su misión como debía.

Su nave aterrizó con brusquedad en un espacio abierto y a la vez cubierto por extensiones montañosas para no revelar de inmediato su ubicación, la nave le informo que había pasado 10 meses en animación suspendida. Así que ya tengo cinco, pensó para si, se sacudió la ropa e hizo lo protocolar. Reviso si su nave aún estaba en buen estado, todo bien, pensó con una pequeña sonrisa. Posteriormente saco su rastreador y comunico a Vegitasei, que había llegado a su destino, no esperaba respuesta, así que solo acomodo su rastreador en su rostro de mejor manera y empezo a peinar la zona buscando algún poder, que fuera una amenaza para él.

El sonido de la estática le anunció la entrada de un mensaje desde su planeta, el repentino sonido le provocó un respingo de sorpresa, que casi se arranca el aparato de la cara.

- Tarble - lo llamo la voz de su padre.

No cabía en su sorpresa, esperaba oír la voz de su madre para ser honestos, aún no sabía que decir cuando la estática le anuncio que volvía a hablar.

- Tarble, ¿Me escuchas?

- Si - atinó a decir por fin - padre, te escucho.

Un silencio continúo a aquello, un mal presentimiento se apoderó de su ser, algo malo había pasado, estaba seguro.

- Tu madre murió - dijeron al fin al otro lado.

- Mamá... - logro susurrar con un nudo en el pecho.

Él no era como su padre o hermano, era más expresivo e incluso algo llorón, cosas que no eran bien vistas en su cultura, pero no pudo contener el llanto que emanó de su pecho. ¿Cómo era posible que su madre estuviera muerta?, Para él, apenas si había pasado una nada cuando lo despidió en el andén del despegue, acariciendole el rostro y diciéndole que haga que estuvieran orgullosos de él. Se mordió los labios demasiado angustiado y con el dolor quemando en su interior. El ruido de la estática lo saco de nuevo de sus reflexiones.

- Cumple tu misión y vuelve a casa pronto - le comento y ordenó la voz de su padre, ahora con un tono de voz más suave.

Sorbio los mocos que se le escapaban desde la nariz y limpio su rostro con el borde de su brazo, tratando de recomponerse.

- Lo haré.

A pesar de sus resoluciones, su corazón estaba estrujado y lleno de dolor. El primer día lo pasó recostado en el piso de su nave, comiendo sus escasas provisiones por tener algo que hacer y no solo hundirse en esa pena que parecía estar matando lo, tarde o temprano debería salir a buscar comida, eso era lo único claro. Necesitaba saber, necesitaba algún alivio, al menos para dejar de imaginarse horribles y sangrientas escenas donde su madre era cruelmente mutilada, golpeada, torturada o algo parecido antes de morir, sabía que estaba dejando volar a su imaginación, pero necesitaba saber.

Activo torpemente el botón que le llevaba a llamada directa, una función que solo tenían los rastreadores de la familia real. Por fin se conecto la frecuencia deseada. Sintió su corazón golpear con fuerza al escuchar la respiración al otro lado, aunque aún no decía nada.

- ¿Hermano? - lo llamo con respeto aunque su tono seguía quebrado.

- ¿Qué quieres? - contestó el ya conocido tono de voz frío y altanero de su hermano mayor.

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